lunes, 31 de agosto de 2015

feliz año nuevo!

Y aquí empieza el año nuevo opositoril.

Ni las campanadas, ni las 12 uvas, ni siquiera la resaca del 1 de enero tienen tanto peso para los opositores como la sentada postvacacional.

Ay, esa sentada que cuesta horrores y que dura eternidades...

Ese momento de volver a sacar los temas con esfuerzo, como si pesaran toneladas. Parece mentira después de lo rápido que los hemos guardado todos.

 Lo poco que cuesta recoger la mesa de estudio, poner los tapones a los subrayadores y decir a la vecina que ves desde tu ventana: Ahí te quedas...olvídate de ver mi flexo encendido los próximos días, olvídate de verme dando vueltas por la habitación susurrando el rosario de temas, olvídame.

Ahora toca volver, recordarle al despertador que vuelve a dejar de ser un mero indicador de la hora, para ser nuestro cubo de agua fría matutino, nuestro tirón de orejas, nuestro primer sonido mañanero.

Toca volver a vernos las caras con nuestros plannings, sustituir los gritos en la playa y las canciones cantadas como un descosido en algún festival, por la voz firme y segura de quien canta un tema como si no hubiera mañana.

Y como todo principio de año, hay que coger septiembre por la pechera, acercarse a él, mirarle desafiante y decirle: Estoy preparado, vengo más fresco que nunca, con energías renovadas y con cuaderno y boli nuevo. ¡Te vas a enterar!

Y si ya nos ponemos en tono dramático siempre nos queda la opción de gritar: “ A Dios pongo por testigo de que cuando esto acabe no volveré a ponerme el despertador a las 7 de la mañana salvo que sea para coger un vuelo a Hawai, no volveré a pasarme el día en pijama a no ser que sea porque me da la real gana y no volveré a aprenderme nada de memoria aparte de la canción de la radio que se cuela en mi cabeza sin esfuerzo”






miércoles, 26 de agosto de 2015

La hoja en blanco de mi curriculum



Muchos de vosotros no os veréis nunca en la tesitura de tener que redactar vuestro curriculum, otros ya lo habéis hecho, y a otros en algún momento os tocará el trance.

En mi caso, internet fue fundamental. Son de esas cosas que todo el mundo sabe y conoce, menos los que llevamos años encerrados en nuestro mundo; cómo redactar un curriculum, cómo hacer la declaración de la renta, qué redes sociales y aplicaciones han salido desde que nosotros entramos.

Yo me planté frente a la página en blanco del ordenador, en la que ni siquiera sabía como acoplar la foto tamaño carnet.

Tras poner referencia a estudios universitarios, idiomas y algún acto digno de mención en el que había participado, me quedé mirando fijamente ese temido apartado, LA EXPERIENCIA.

Pasé por varias fases mentales. Primero me dio vergüenza pensar que no tenía experiencia en nada más que en estudiar y memorizar, luego sentí rabia por lo acomplejada que me sentía y las pocas razones que tenía para ello. Vale, no había estado en ningún despacho llevando cafés y yendo y viniendo del juzgado, no había echado oficialmente horas en nada que pudiera considerarse experiencia como tal en el mundo jurídico, pero...¿ Y todas las horas planteándome la naturaleza jurídica de los contratos? ¿Y los masters de oratoria que llevaba a mis espaldas cantando temas sin guión y frente a un tribunal? ¿No servía de nada saberme el código civil, la Ley Hipotecaria y las últimas reformas legislativas? ¿ Y el hecho de llevar años contestando a las preguntas de amigos que ya estaban trabajando en un despacho, pero que necesitaban de la enciclopedia humana para ver si eso o aquello podía hacerse?

La hoja seguía en blanco, no se me ocurría la manera de trasladar al que pudiera leer ese curriculum la sangre, sudor y lágrimas que había tras ese apartado en blanco.

¿Cómo contarle las horas de trabajo interminable y gratuito, las noches en vela repasando artículos y pasando hojas imaginarias? ¿Cómo hacer que entendiera que tras la fachada de una chica insegura y que hoy se creía fracasada, había una persona luchadora, con fuerza de voluntad e inteligente?

Lo cierto es que este es un punto muy complicado, ese momento frente a la hoja en blanco sienta como una patada en el estómago. Tu cabeza sigue preguntándose si has hecho bien en dejar la oposición y tomar otra alternativa, tu mano tiembla sobre el ratón creyéndote incapaz de competir con nadie en el mercado laboral, tus ojos buscan tu mesa y el cronómetro, todavía siguen sintiendo que ahí está su zona de confort.

Al final opté por contar la verdad, que llevaba tantos años preparando tales oposiciones y que finalmente había decidido hacer otra cosa. Pensé que alguien sabría valorar lo que había detrás de esa "experiencia".


viernes, 21 de agosto de 2015

La ladrona de galletas

Todos los agostos desde que tengo uso de razón me he ido unos días de vacaciones con mi familia.

Unos años al extranjero, otros a Galicia, Menorca, Las Palmas...donde fuera como fuera pero de vacaciones.

Y entonces llegó ella, y mi plan familiar consistió en cambiar de escenario de estudio.
 El gran dilema era, ¿me quedo sola en casa y sigo con mi rutina pero ya sin más sonido que el de mis propios pensamientos y me siento la mujer más desgraciada del mundo, o me voy de vacaciones y termino encerrada en la habitación del hotel, cantando temas en el coche, estudiando en el aeropuerto sintiéndome la mujer más desgraciada del mundo?

Y siempre optaba por la segunda, por eso de cambiar de mesa, de pared y de vecinos.

Distribuía la semana de verano en dosis para que me durara más. A veces cogía dos días seguidos que
sabían a gloria, otras veces me tomaba las tardes libres e iba sumando, 3 días son 6 tardes libres y todos sabemos que las tardes tienen más horas que las mañanas. Siempre me reservaba el día antes de volver a casa, por eso de que el sol disimulara mi condición de veraneante no veraneando.

Los días que tocaba estudio mi día a día consistía en la misión de cumplir con el planning sin delatarme.

Lo primero que hacía al llegar al hotel de destino, era abrir mi pesada maleta, sacar todos los temas que me tocaban esos días, el atril, los subrayadores, el código, el programa, cronómetro, y las dos camisetas y poco más que iba a necesitar.

Buscaba el punto de luz, cambiaba la mesa de sitio, concentraba las lámparas de la habitación en mi entorno y daba por inaugurado el periodo estival.

Las mañanas empezaban de lo más animado; si estábamos cerca de una playa me ponía el despertador a las 7 y me pasaba hora y media playa arriba playa abajo cantándome temas. Justo antes de volver, me daba un chapuzón, y estúpidamente me veía como los surferos que madrugan para cazar su ola, solo que yo, ni traje de neopreno, ni tabla, ni surf, sino cronómetro en una mano y programa en la otra.

Si no tenía la playa cerca, me metía en el cuarto de baño a cantar los temas para no despertar a mis hermanos. Sí, y esa es una de las visiones de mí misma que sé que me acompañará de por vida, sentada en la taza del váter, con el pijama, el moñete, las gafas, cara de dormida y cantando temas casi en un susurro, no fuera a ser que desvelara al resto.

A la hora del desayuno me dedicaba a robar del buffet todo lo indispensable para pasar el día estudiando en la habitación; yogures, un zumo, cajitas de cereales y galletas, muchas galletas. Lo que empezó siendo una tímida recolección de productos, terminó siendo una obsesión familiar, todos contribuían a coger sustento para la pobre opositora.

¿Y por qué no te ibas a comer un sándwich o pedías que te subieran algo a la habitación? os preguntaréis alguno, pues porque no tenía la misma gracia, o eso me parecía entonces.

Antes de bajar al desayuno le pedía a alguna de las de limpieza que me hicieran la habitación para que luego no hubiera interrupciones. El primer día siempre me miraban indiferente, a partir del segundo, imagino que tras la visión de la mesa repleta de temas, folios, y artilugios varios, ya no me miraban con indiferencia, me sonreían como diciendo: no te preocupes, sé tu secreto y no lo desvelaré... ¡pringada!

El resto del día pasaba como cualquier otro día de la vida de un opositor, no hace falta que dé detalles.

Sobre las 8 volvían mis padres y hermanos, morenos, contentos, bien comidos. Recogían a su miembro discordante, y me sacaban a dar una vuelta, a cenar, a concentrar el verano en la puesta de sol.

Sobre la cama del hotel se quedaba el pijama y los envoltorios de mi comida del día, como si por unas horas ya no tuvieran nada que ver conmigo.

lunes, 17 de agosto de 2015

No soy como tú.

Uno de los grandes errores que cometemos a lo largo de nuestra vida y que se acentúa durante la oposición, es el de comparanos con los demás.

Preguntamos cuántas horas estudian unos, cuántos años tardaron en sacarse la oposición, si encontraron trabajo después de dejarla...

Lo que vale para unos no vale para otros, eso es así, porque de lo contrario seríamos todos iguales y esto de compartir planeta sería un auténtico coñazo.

Dicen que las comparaciones son odiosas. Yo cambiaría la frase por, las comparaciones son destructivas. Siempre cogemos como referencia al existoso, lógico, pero no nos damos cuenta de que concentramos los éxitos de varias personas en nosotros mismos.

Nos exigimos sacarnos la oposición en x años porque mi preparador tardó poco y una amiga de la hija de la vecina de mis abuelos también.

Nos exigimos, pese a estar durante varios años encerrados en una habitación, tener la misma buena cara de siempre y no engordar ni un gramo, porque conozco a una chica que aprobó y que era guapísima, siempre estaba perfecta.

Nos obligamos a conservar nuestra vida social lo más intacta posible porque me contaron que un chico salía todos los sábados hasta las 7 de la mañana y aprobó a los tres años.

Y si juntamos que un conocido aprobó a los tres años, que una amiga de una amiga era modelo y opositora y que un amigo de mi primo se sacó judicaturas siendo DJ en un bar de su ciudad...apaga y vámonos, porque probablemente buscaremos ser todos esos en uno y terminaremos queriendo pegar tiros a diestro y siniestro por cansancio, sueño y hambre.

La oposición ya es dura de por sí, como para ponernos más condicionantes sobre la mesa. Lo mejor es intentar andar este camino sin plazos que igualar, ni modelos que imitar. Como decía Ortega y Gasset YO SOY YO Y MI CIRCUNSTANCIA Y SI NO LA SALVO A ELLA NO ME SALVO YO.

Yo, por ejemplo, sabía que por mi forma de ser, aguantaría opositando unos años concretos. Sé que hay otros que llevan 10 o 12 años y que el resultado les compensará todo lo sufrido, pero yo sabía que esa regla conmigo no valía.

Creo que lo fundamental es conocerse, saber lo que a ti te vale, te motiva y te compensa, no lo que hacen los demás.

Esto tiene sentido mientras sigamos viendo claro que lo queremos hacer. Si las razones para levantarse a las 7 de la mañana y ponerse a cantar temas es que uno tardó 10 años y lo consiguió o que a mis padres les hace ilusión que sea notario, juez o la reina de Inglaterra, un día no habrá manera de levantar la cabeza,  ni siquiera de la almohada.






viernes, 7 de agosto de 2015

FELIZ CUAL LOMBRIZ


Leyendo varios artículos sobre la búsqueda de la felicidad, porque de alguna manera tengo la esperanza de que el kit de la cuestión esté en una frase, una idea que toque el botón adecuado, resulta que ser feliz está al alcance de todos.

No hay excusa de no tengo tiempo, de esto es una mierda, de mi día a día es infumable, porque al final todo es cuestión de actitud.

¿Por qué uno es feliz haciendo, por ejemplo, el camino de Santiago y el millonario en lo alto de ese edificio está amargado?

La respuesta está en los ingredientes que nuestra existencia necesita; buenos, bonitos y baratos.

1. Ingrediente número 1; la MEDITACIÓN, y para ello no es necesario calzarse unas mallas, ahogarse entre incienso y estar una hora en contemplación, sobre todo, porque una hora es lo que no tienes. Un estudio de la universidad de Harvard señala que basta dejar la mente en blanco 5 minutos para que descienda el nivel de estrés y aumente la sensación de orden de la mente.
Esos minutos los puedes arañar en cualquier momento, mientras se hace el café, se ponen las calles o esperas a que el BOE anuncie que no hay más reformas.

2.Ingrediente número 2; EL ALTRUISMO. Con ello no me refiero a ir por la calle rescatando a todo el que se cruce en nuestro camino, porque en ocasiones, y sobre todo en agosto, el rescatado deberías ser tú, si no a echar un cable; ser amable con tu madre que te pregunta qué quieres comer ese lunes, cuando tú piensas que te da igual, ya te da igual todo, tu vida no tiene sentido (con voz dramática y mano en la frente) o a cogerle el teléfono a ese compañero de oposición que es tan pesado pero que sabes que necesita que le eches una mano.

3. siguiente ingrediente: TENER PLAN APETECIBLE A MEDIO PLAZO, y aquí entra en juego nuestro querido día libre. Es fundamental dedicar todos los días un pensamiento a lo que se quiere hacer en el próximo día libre. Cuando te veas fantaseando con la cena, la peli, la cita, el concierto o lo que sea que tengas, recuerda que no estás perdiendo el tiempo, solo cumpliendo las recomendaciones de la universidad de Harvard.

4. Elemento crucial de nuestra receta; DISFRUTAR DE MOMENTOS DE TIEMPO LIBRE;  bastan 20 minutos dedicados a uno mismo para mejorar la memoria y la concentración.  Esto es de cajón, la cabeza necesita rebajar tensión para estar más receptiva. A veces creemos que por burros, por estudiar 14 horas seguidas, por no levantar la cabeza de los temas lo estamos haciendo mejor, pero Harvard nos  recomienda fumarnos tranquilamente un cigarro de vez en cuando, o espiar por la ventana al vecino guapo, o tomarte un café, tomártelo, sin necesidad de inyectarlo en vena.

5. Otro de los ingredientes que todos conocemos es el de HACER ALGO DE EJERCICIO, y yo entiendo que después de un día de mierda lo último que apetece es ponerse a dar brincos, a subir un step o pegarse una paliza en una clase de spinning, pero es lo que hay, el deporte, a parte de cuerpazos, nos da felicidad. Ya lo decía el autor romano Décimo Junio Juvenal en el siglo II d.C "Mens sana in corpore sano" ¿Y quién soy yo para llevarle la contraria a un romano?

6. Último ingrediente, GASTAR DINERO EN COSAS NO MATERIALES, así que a parte de las tazas de Mr Wonderful, los bolis chulos, las libretas de colores, ese atril de última generación y el pijama nuevo que me va a llevar a lo más alto, hay que comprar entradas de cine, de teatro, de conciertos, ir a cenar con los amigos, de escapada exprés. Hay que seguir llenando el cajón de las vivencias.

Después de leer el artículo sobre los pasos para ser feliz, no pude evitar acordarme de la oposición, cuántas veces había dicho yo, que cómo no iba a ser una desgraciada si no podía hacer nada de lo que me gustaba en el día a día, y resulta que todo lo que se puede hacer para ser un poco más feliz entraba dentro de mis posibilidades, y de las tuyas y de las del de más allá.

Estudies, trabajes, oposites, o lo medites, ser un poco más feliz está en tus manos.

martes, 4 de agosto de 2015

TRABAJAR POR TUS SUEÑOS

Acabo de leer en una página web que los ex opositores ocupan muchos puestos en las empresas privadas, a parte de por su formación y afán de superación, porque son personas que no tienen sueños y que se conforman con un puesto de trabajo fijo, estable, pues eso es lo que buscan, la estabilidad.

A grandes rasgos estas son las tonterías que he leído por ahí, y he pensado: cómo se nota que el que lo ha escrito no ha conocido a ningún opositor.

Decir que somos personas sin sueños, y que solo buscamos algo fijo, tiene narices.

A mí me parece, que hoy en día lanzarse al abismo de preparar una oposición es de lo más intrépido que hay. Te metes en un proyecto del que no sabes si saldrás vistorioso o no, inviertes años en una misión que vas descubriendo a medida que la vas pasando. Que me digan a mí que un opositor o ex opositor es gente sin sueños...dan ganas de decirle: sigue el ritmo de vida de un opositor durante un mes y dime si hace falta o no tener un sueño para aguantarlo durante años.

A escaso un año desde que dejé la oposición he abierto despacho de abogados por mi cuenta. Muchos amigos, conocidos, se sorprenden, ¿NO TE DA MIEDO? ¿TAN PRONTO? Y yo pienso; estoy acostumbrada a dar saltos al vacío, y ahora me conozco más que nunca.

ÁNIMO SOÑADORES. La vida es de los que tienen narices para seguir sus sueños, sean los que sean, aunque haya que rescribirlos una y otra vez.

"Si tu no trabajas para cumplir tus sueños, alguien te contratará para cumplir los suyos" Steve Jobs