jueves, 31 de diciembre de 2015

Que venga de lo bueno, lo mejor.

Iba a coger, como cada año, un trozo de papel y a hacer mi listado de propósitos para el próximo 2016, hacer deporte, comer más sano, disfrutar más, trabajar mejor y al final es más de lo mismo.

Así que se me ha ocurrido esta pequeña reflexión, que al final resulta ser un buen balance de lo que ha sido y podrían haber sido estos 365 días. Porque a veces cometemos el error de pensar que un año no ha valido la pena,  que no hemos aprendido nada, y eso no es así. Todo, hasta lo más nimio nos enseña algo, incluso a saber que estamos haciendo el gilipollas.

Sin dedicarle un momento a este año, podría pensar que sigo intentando sacar adelante un despacho, que sigo intentando reponerme después de dejar las oposiciones, que intento encontrar eso a lo que con quince años me prometí dedicarme, porque en su día dije que haría algo que quisiera y no que debiera...y mi resumen es que estoy a medio camino de todo, que no he llegado nunca a ningún lado, y en el fondo  sé que esta reflexión no es  justa, no es real.  Así qué me voy a regalar cinco minutos, para ser realista, para no tachar un año de inútil, de poco exitoso.

Os invito a que os regaléis estos mismos minutos y hagáis este balance conmigo. Ahí va el mío;

1. ¿Qué cambiarías de este año?
Ojalá me hubiera comido menos la cabeza con cosas que no estaban en mi mano. Creo que me he preocupado más de los problemas que no podía solucionar que de los que sí.

2. ¿ Qué es lo mejor que te ha pasado en estos 365 días?
Abrir por primera vez la puerta de mi despacho y pensar...empiezo aventura nueva.

3. ¿ Qué te ha sorprendido de ti en este tiempo?
Que soy más fuerte de lo que pensaba.


4. ¿ Te arrepientes de algo?
Pues no, al final hasta las cagadas me han enseñado mucho.


5. ¿ Qué querrías que desapareciera en este 2016?
El miedo. No terminar de creer en  mí me ha frenado muchas veces.


5. ¿Qué  querrías que te sucediera este año?  ¿ qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo?
Que el despacho funcionara bien, convertirme en una buena abogada.
Estoy dispuesta a trabajar mucho, a confiar más en  mí y a no pensar que soy una niña que juega a ser adulta.


Os deseo un feliz año nuevo, que dejemos atrás lo que no interesa y que este año nos toque vivir de lo bueno, lo mejor.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Cómo organicé el estudio las Navidades previas al examen.¿nos tomamos un café?

Esta entrada es para responder a la pregunta de uno de vosotros que me pedía que contara qué días estudié las Navidades antes del examen y cómo me organicé.

Pues bien, esas Navidades en las que  estudié ajena a la futura pérdida de mis temas me cogí en total día y medio de vacaciones.

En ese momento ya no estaba en Madrid y para ir a casa de mis padres necesitaba coger un bus y un avión, por lo que lo lógico hubiera sido cogerme la ida y la vuelta libre, pero me deprimía tanto pensar que se me fuera la mitad de las vacaciones en desplazarme, que siempre estudiaba en esas odiseas para llegar a casa.

Si, yo era la loca del bus que iba con los tapones puestos y que procuraba que le dieran los asientos del final para poder cantar temas sin problema, o para repasar el código civil sin que el de al lado le examinara el libro que tenía entre manos y luego la cara para no terminar de entender lo que hacia.

A lo largo de la oposición han sido tantos los buses, trenes y aviones que he tenido que coger, que me acostumbré  a estudiar en cualquier sitio sin problema, me plantaba mis tapones, mi actitud de " no voy a volver a verte en mi vida así que me da igual que pienses que soy rara por mirar un cronómetro mientras recito algo en voz baja" e iba repasando temas y metiendo artículos en estaciones, mirando por la ventana del bus o en el avión.
Un día libre malgastado en esperas y retrasos no valía la pena.

Así que mis vacaciones de Navidad a tres meses de mi examen consistieron en contabilizar medio día por la ida y por la vuelta porque sabía que algún tema se perdía por el camino. El 25 estudiaba por la mañana y me cogía la tarde libre porque difícilmente se estudia con la tripa a rebosar y toda la tropa en casa. El 31 estudiaba todo el día hasta que a las 9 mi madre me mandaba a la ducha y a la sala de chapa y pintura para despedir el año como si el anterior hubiera sido una fiesta loca. Y el 1 hacia lo mismo que el 25, estudiaba por la mañana hasta la hora de la comida y luego la tarde libre.

En total me cogía dos tardes libres. Es verdad que estaba muy próximo el examen y que por mucho que queramos en vacaciones ( las de los demás) la concentración no es la misma y la hora de empezar a estudiar tampoco.

La mayoría de veces mi madre me prohibía que pusiera el despertador y me prometía que a las 7 me despertaría ella porque ya que estaba en casa le hacía ilusión,  y sus 7 eran las 7 y media del resto del mundo.
- Mamá, que es media hora más tarde, no me va a dar tiempo, tengo un huevo que repasar...
- Es que me das una pena....- y así todos esos días.

He de decir que yo hacía el sistema de acumular temas, por lo que los que lo conocen saben que no se puede dejar de cantar temas prácticamente ningún día con el examen tan próximo, de ahí que no me planteara cogerme más vacaciones o un día entero, porque de lo contrario al día siguiente me tocaba cantar y repasar lo de ese día y lo del anterior.

Puede parecer un poco exagerado, porque al fin y al cabo no había vacaciones, simplemente el día libre de esa semana distribuido entre los días más conflictivos para el que no está de vacaciones, pero cuando el examen está próximo, las horas pasan volando y pesa más estar haciendo otra cosa pensando en que deberías estar repasando la prelación de los créditos que estar con el tema y el código delante.

Esta paliza tiene sentido con el " DIA" próximo, pero no cuando acabas de empezara opositar o te queda mucho hasta el examen, que igual de necesario es estudiar como descansar y mantener el ánimo alto.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Estudiar en navidad

Acaba de llegar la Navidad y con ella regresamos a casa con los nuestros,  o son los nuestros los que vuelven. Un hermano que estudia lejos, los sobrinos, los abuelos... y con ello, la familia y las sobremesas hablando de todo y de nada, y mucha gente en casa, ruido, mucho ruido.

Durante la oposición las Navidades eran las fiestas que más me gustaban, pero también las que más factura me pasaban.

Es difícil estudiar cuando sabes que están todos de vacaciones,  pero estudiar cuando además están todos bajo el mismo techo es complicadísimo.

Durante los días que volvía a casa siempre instalaba mi mesa de estudio en el comedor, porque era la mesa más larga de toda la casa y porque la sala era lo suficientemente grande como para cantar temas dando vueltas sin tropezarme conmigo misma.

La imagen más clara de la conciliación entre estudio y Navidad la vivía cada 24 de diciembre, en el que me metía los tapones hasta el cerebro mientras mi madre colocaba las copas, los platos, el centro de mesa, y yo, a escasos centímetros, reivindicaba mi derecho a ocupar ese sitio hasta las 8 de la tarde.

Una parte de la mesa se coronaba con copas alargadas y servilletas de tela cuidadosamente colocadas y la otra con folios esparcidos, temas y bolígrafos. La cara y la cruz de toda mesa. Mitad diversión y reunión, mitad esfuerzo y soledad.

Curiosamente siendo las fechas en las que renunciaba a más para cumplir mis expectativas, menos me cundía, porque al final, por mucho que estemos estudiando, todos queremos estar en esas sobremesas, en esas tardes de cine familiar, de cena con los amigos, viendo las películas malas de las cuatro de la tarde después de toda comilona.

Precisamente por ello, me di cuenta de lo importante que es organizarse el estudio en las fiestas de Navidad, teniendo en mente las vacaciones que da el preparador y los planes que se gestan en casa cada día. Si no puedes con ellos, únete. Hay que ser realistas a la hora de hacerse los horarios de estudio, probablemente no nos vayan a cundir cinco horas seguidas cuando tienes plantado en el salón a toda la familia comiendo turrón y contando batallitas a carcajada limpia.

Con el tiempo descubrí que lo mejor que podía hacer era repartir los días libres en medias jornadas dependiendo de los planes familiares y aprovechar las horas en las que no fuera a haber nadie en casa. Normalmente madrugaba para estudiar las horas de la mañana de silencio total, y hacia coincidir mi segundo café con el desayuno de mis hermanos.

La mejor manera de que las Navidades no terminen siendo una cruz, es ser conscientes de que no va a cundir todo el día, pero procurar estar motivado y centrado las horas que vayamos a dedicar. Buscar una biblioteca próxima a casa a la que poder huir, si fuera necesario, entre fun, fun, fun. Y priorizar los planes que sí queremos y las obligaciones de las que podemos librarnos precisamente por tener que estudiar ( no todo son desventajas...)

Buenas vacaciones a los que las tenéis y a los que no, os deseo una muy buena conciliación estudio/Navidad.


Feliz Navidad! 

sábado, 19 de diciembre de 2015

MI MOMENTO DE... chute para el cerebro. Batidos para favorecer la memoria.

Todos sabemos que con esto del estudio los milagros no existen y que por mucho que nos gustaría, no existe esa maravillosa pastilla con la que se nos queda todo en la cabeza con solo leerlo, sin embargo, a veces se nos olvida que no somos puras máquinas y que el cerebro es un órgano al que hay que darle lo necesario para que rinda bien.

Igual que no nos pasaríamos dos horas dale que te pego en el gimnasio sin haber comido algo antes, tampoco podemos olvidarnos de saber qué nos conviene para alimentar el cerebro y favorecer la memoria. 


Es cierto que nada nos va a hacer meternos todo lo que hay que estudiar sin esfuerzo, pero sí hay ciertos alimentos que tenemos muy próximos y que es de lo mejorcito que nos podemos regalar a media mañana o por la tarde para rendir lo mejor posible.

Hoy, os traigo un par de recetas de zumos que son buenos no, buenísimos para levantar el ánimo y que favorecen la memoria, y estos no engordan, solo alimentan.

1. Zumo de manzana, zanahoria y almendra: Es tan sencillo como meter en la batidora, dos manzanas, dos zanahorias bien limpias y troceadas y 4 almendras. Añadimos un vaso de agua y...
os aseguro que está buenísimo y que es un chute de energía, sin olvidar lo beneficiosos que son los frutos secos para el cerebro.





         

2. Zumo de naranja, plátano, nueces y yogur : En este caso, exprimimos dos naranjas y en la batidora unimos, el zumo de naranja, un yogur natural o queso batido, un plátano y 5 nueces y canela al gusto. Puesto que este lleva varias nueces es mejor dejarlo unos segundos más en la batidora para asegurarse de que queda todo bien batido y homogéneo. Una vez batido, a disfrutarlo y a por los temas de procesal, civil o lo que os toque hoy!!!







       







No os olvidéis de poner la tapa a la batidora antes de darle al botón....no es que me haya pasado a mí, no que va...

lunes, 14 de diciembre de 2015

Tengo 23 y 80 años

Hasta hace bien poco no había pedido una factura en mi vida, no me había preguntado ni cómo hacer la declaración de la renta.  No me parecía importante guardar las apariencias ni parecer algo, porque las primeras impresiones para mí no eran importantes.

Hasta hace nada, por mucho que los años fueran pasando, y que mi capacidad de sacrificio fuera en aumento, seguía siendo la misma chica que con 23 años terminó la carrera, se hizo una foto para la orla y decidió meterse entre cuatro paredes a estudiar.

La oposición produce un fenómeno físico en las personas que la experimentan; independientemente  de la edad que indique el DNI, todo opositor tiene 23 y 80 años.

Por un lado, la capacidad de vivir experiencias propias de la edad queda aparcada hasta nueva orden. Esas vivencias son para otros, y las escuchamos atenta pero distraídamente, como si llegaran de la lejanía: buscar trabajo, hacer currículum, organizar despedidas de solter@s, enamorarse de alguien de la oficina, ser despedido, viajes con amigos, tener ropa para ir a trabajar... de manera que una vez que se sale de la oposición te encuentras con la edad que dicen que tienes, pero con los 23 años con los que probablemente empezaste a estudiar.

Te miras al espejo, te sueltas el moño y te acuerdas de que hay establecimientos que se llaman peluquerías. Vuelves a vestirte asiduamente, porque ahora volverás a salir a la calle, y miras fascinado el mundo que te rodea. Con los años que tengas, pero con los 23 que tenías.

Te llamarán ingenuo, empanado o distraída, pero te da igual porque estás en la calle y te emociona hablar de trabajo, de sueldo porque ¿tengo un sueldo? sí, lo tengo... y tus amigos estarán de vuelta de todo, pero tú lo saborearás despacito porque acabas de volver y aún te quedan pendientes los años que dejaste aparcados...

Pero pobre del que haga un comentario sobre las horas que trabaja o lo dura que se le hace la semana, porque en ese momento, los 80 años se apoderarán de ti, y dejarás a un lado al joven que acaba de volver a la vida. Mirarás al infinito y probablemente ni lo dirás, pero sí pensarás; Si te contara yo, hijo de Dios, lo que es echarle horas... No me vengas con quejas que tú no sabes lo que es pasarlo mal...ay, qué fácil lo has tenido. No me vengas con la excusa de que terminas reventado, tú no sabes lo que es terminar extenuado, y que te duelan los huesos, y caminar medio encorvado porque tu cuerpo ya no se acuerda ni de la forma que tenía. Si no te pasaras el día con esas nuevas tecnologías y de cháchara con los compañeros te iría mejor...

Te sorprenderás pensando como nuestros abuelos, como si la vida te hubiera pasado por encima y los huesos se hubieran trabajado cientos de temas. Bastará con un simple "¿vamos al cine?" "¿tomamos algo?", para volver a los 23. Y así de un extremo al otro, porque para mí todo opositor tiene 23 y 80 años.




jueves, 10 de diciembre de 2015

Mi primera vez frente al tribunal.

Indiscutiblemente una de las experiencias que todo opositor espera con verdadera angustia es la de estar el día de autos frente al tribunal.

Mis primeros meses, recuerdo que hacía un ejercicio de simulación mental, cuando me tocaba cantar delante de mi preparadora, me la imaginaba multiplicada por cinco...y es lo peor que pude hacer.

Tuve una fase, que me debió durar un par de meses en la que en medio del cante de repente se me iba el tema de la cabeza y me quedaba en blanco, creo que coincidió con mis ejercicios de multiplicar a la gente por cinco para crearme tribunales imaginarios, así que no os lo recomiendo. Hay que estar a lo que hay que estar.

Sin embargo, por mucho que creamos que seremos incapaces de formular palabra, que cuando 5 o 6 personas trajeadas nos miren desde ahí arriba para decidir nuestro futuro, el miedo se apoderará de cada amago de sílaba que salga de nuestra garganta, os digo que no es así.

La primera vez que me presenté al examen llevaba poco más de un año estudiando, pero quise ir a ver que era eso de cantar un tema frente al tribunal. 

Tuve la grandísima suerte de coincidir en el hotel con la persona a la que correspondía el nombre que iba justo delante de mí en la famosa lista de los que nos íbamos a examinar. Llevaba meses viendo ese nombre escrito encima del mío, así que cuando en la recepción del hotel la conocí, nos dimos un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida. Ir al matadero el mismo día une mucho.

Os digo que tuve mucha suerte, porque ella llevaba algunos años opositando y se había presentado varias veces, por lo que me supo decir exactamente lo que iba a pasar por mi cabeza en cada momento.

- Cuando estés esperando en el pasillo no pienses en nada. Seguramente querrás salir de ahí, empezarás a medio sentirte mal porque tu cuerpo de alguna manera te dirá que para qué quedarse, que mejor irse a otra parte y no mirar atrás, pero no pienses nada. Limítate a respirar profundamente. Ni se te ocurra empezar a pensar como empezaba este o aquel tema, porque te adelanto que no te saldrá. Lo de no acordarse de nada, nos pasa a todos, pero por alguna razón en cuanto sacas las bolas, te sientas y empiezas a leer los epígrafes, va apareciendo el tema en tu cabeza.

Y efectivamente, así es como sucedió. Es cierto que yo iba solo con la primera bola acumulada, y algunos temas más de las otras dos bolas, porque me quería asegurar de que por lo menos iba a poder cantar un tema, pero me obsesionaba la idea de no ser capaz de emitir sonido frente al tribunal y darme cuenta de que no servía para eso.

Así que mientras hacía pasillo, con mi padre al lado, más nervioso que yo si cabe, empecé a sentir todo lo que me había contado ella, que justo se había examinado el día anterior y había aprobado. Cómo no fiarse de una aprobada.

Mi pasillo fue breve pero intenso. Estuve diez o quince minutos, porque era la primera de ese día. A mi derecha la pierna temblorosa de mi padre, a mi izquierda el temblor hecho persona en un chico que debía llevar bastante tiempo y que sostenía su código civil como si fuera su bien más preciado.

Me limité a respirar hondo. No me acordaba de nada, pero pensé, bueno, es lo que toca ahora...es lo que me ha dicho ella, así que todo sigue según el plan.

Entré, sala enorme, tribunal en frente y sudor en las manos.

Les miré, me sonrieron todos, y eso lo agradecí mucho yo y mi cuerpo serrano que en ese momento era puro amasijo de nervios.

Saqué las bolas, me senté en mi silla. Decidí que me iba a servir un vaso de agua, porque ya que solo iba a estar 18 minutos, por lo menos que estuvieran bien aprovechados.

Empecé a recitar el epígrafe y el tema apareció en mi cabeza. Sí, si te lo sabes ahí está, así que no hay que temer la mente en blanco ni ser causa de salir corriendo. Nunca hay que salir corriendo.

Terminé mi tema, el que había venido a cantar. Me retiré muy dignamente y con una sonrisa de oreja a oreja porque por fin había terminado, y porque me sentía liberada y sabía que sí era capaz de cantar frente al tribunal.

Salí de la sala, como si acabaran de darme la plaza. El chico que esperaba a examinarse me miró atónito, luego miró su reloj y volvió a mirarme. Seguramente debió pensar que no me había enterado de que el examen dura una hora, pero en aquel momento yo era la mujer más feliz del mundo. Porque ya no tenía que hacer pasillo, ni temer quedarme en blanco, y por una temporada, dejaría de soñar con el tribunal.

lunes, 7 de diciembre de 2015

opositores, los grandes olvidados

Es curioso que parte de las personas que van a ocupar algunos de los puestos indispensables para el funcionamiento de la Administración, inspectores, jueces, notarios, fiscales, registradores, profesores... sean durante toda esa preparación, los grandes olvidados.

Recuerdo la indignación que sentía al ver el índice del paro porque pensaba, yo no estoy ahí, no gano ni un duro, no tengo trabajo, no tengo nada seguro y ni siquiera estoy representada en la jodida lista del paro.

Igual no os habéis dado cuenta, pero nadie se refiere a los opositores nunca. 

No he visto ninguna tienda de papelería o centro comercial que haga alusión a nosotros. Siempre se habla de la vuelta al cole, del material de oficina, del comienzo del curso universitario, y ninguna habla de los que ni estando en un lado ni en el otro, consumen gran parte de esos materiales.
No empiezo curso ni tengo oficina pero me paso el día metida en el cuarto y cuando necesito darle color a la vida me compro boli y carpeta nueva.

¿Y qué me decís del cine? Recuerdo que en el colegio mayor siempre decíamos que alguien debería sacar un guión de toda esa locura. Entre cafés, cigarros y lágrimas, terminábamos muertas de risa diciendo que alguien debería contar nuestra historia.

Un día descubrimos que sí que había una película sobre opositores, "el chocolate del loro", no dudamos en verla y luego no dudamos en destriparla. Estábamos seguras de que nadie había hablado con un opositor para escribir el guión. De hecho, el personaje con el que más nos sentíamos identificados era el que hacía de pirado, el protagonista era un mero aficionado.

Sé que las arcas no están muy boyantes y que no hay dinero para salud, educación y justicia, pero creo de verdad, que alguien debería tener en cuenta ese grupo que no hace ruído, que no se queja porque no tiene tiempo para ello, que no hace manifestaciones, que se limita a donar su tiempo para "si me dejo la piel y tengo suerte" ocupar un puesto e intentar que todo sea un poco mejor.


miércoles, 2 de diciembre de 2015

El puente antes, durante y después de la oposición.

Todos sabemos lo que son los puentes, esos días de fiesta unidos a un próximo fin de semana, que hacen las delicias de los viajeros y de los que hibernan debajo del edredón.

En mi caso, he vivido un puente desde los tres momentos posibles, antes, durante y después de una oposición, y creo que hay ciertas palabras que cambian su significado según te mueves de un punto a otro.

Eso me hace pensar, que por  mucho que nos empeñemos, la realidad no es una, solo tu versión de los hechos, y si no, que le digan a un opositor "la semana que viene empiezan las obras para cambiar la cocina", no va a decir: "que bien, cocina nueva, que ilusión, todo a estrenar" , nada más lejos de la realidad...en la cabeza de todo opositor las obras son el comienzo del fin, el desastre del plan, la mutilación de los temas, la destrucción de la literalidad, la excusa que el preparador no se va a creer pero que existe porque "te juro que llevo una semana con el taladro a dos metros de mi cabeza"

Lo mismo sucede con los puentes, y los momentos vitales en los que te los encuentras por delante.

A) Puente a.o (antes de la oposición)
- Oye, ¿sabes que la semana que viene hay puente?
- ¿Sí?, ah pues genial, aprovecharé para hacer un par de cosas.
-¿Y si hacemos maratón de pelis o series?
- Vale, sí, que luego en realidad tampoco hago nada y se me pasa sin enterarme.


B) Puente d.o (durante la oposición)
- Mis padres se van a Barcelona y no vuelven hasta el martes por la noche, a ver qué como yo esos días...
- ¿Hasta el martes? ¿Por qué?
- Pues porque es puente, el lunes y el martes no se trabaja.
-¿Otra vez?¿pero no acaba de haber un puñetero puente hace nada? ¿Pero la gente no trabaja nunca? es que es alucinante, están todos los días de puente.
- Bueno, ya nos tocará.
- Lo que me va a tocar es escuchar los gritos de los niños de los vecinos, y al de abajo que pone la música a todo trapo cuando está en casa.
- Ya, y lo malo es que las bibliotecas estarán cerradas.
- ¿Pero es que nadie se da cuenta de que si tenemos a todo el vecindario en el edificio, a los niños gritando en el parque de abajo de casa, y la gente a riadas por la calle, y encima nos cierran las bibliotecas no tenemos a donde ir? Odio los puentes y la gente que los disfruta!!!!
- Yo también!!!!
- Puto puente!!
- Puto puente!!!!

C) Puente ds.o (después de la oposición)
- Oye, ¿vas a hacer algo especial estos días?
- No tenía pensado, ¿por?
- Porque es puente, del sábado hasta el martes.
- ¿Cómo? repítemelo, por favor. Alto y claro.
- del sábado al martes es puente.
- ¿4 días de vacaciones por la cara? ¿los días libres de un mes entero? ¿El equivalente a las vacaciones de navidad? ¿96 horas para mí, para hacer lo que quiera?
- ¿Qué dices? Tío, desde que opositaste estás muy rarito.
- Vuelvemelo a decir alto y claro por favor, ¿De cuándo a cuándo hay puente?