miércoles, 7 de septiembre de 2016

Nunca hay una sola salida (2)


Aquí tenéis la segunda entrada de otra amiga que conocí durante la oposición. A diferencia de la anterior, hoy no tiene la plaza por la que luchó durante años, pero sí está encantada donde está.
Espero que os guste.


Decidí opositar a  Inspección de Entidades de Crédito porque una conocida se había sacado la plaza y al contarme en qué consistía el trabajo y el temario de la oposición, me resultó muy interesante. Como suele pasar, la gente que aprueba la oposición en poco tiempo no suele hablarte del horror que es según qué días, ni de la sensación de angustia que se vive continuamente, así que tras hablar con ella, decidí lanzarme a la aventura.
Cuando empecé a opositar, dejé el trabajo que llevaba realizando desde hacía un año y medio en banca de inversión. Y la pregunta de si estaba loca por dejar un trabajo y aventurarme a opositar sin tener nada seguro, me asaltó varias veces. 
El tercer año de oposición conseguí pasar el primer examen, y sólo un año después aprobé toda la oposición. Pero sí, fui una de las "afortunadas" que aprueban pero no consiguen su plaza.
No sé si fue peor eso que no haber pasado ni el primero, y me quedé tan hecha polvo que decidí dejarlo y olvidarme de la oposición.
El que había sido uno de mis preparadores me llamó para ofrecerme un puesto de trabajo en un nuevo departamento que había creado en una Big 4 (así es como se conoce a las cuatro grandes consultoras que hay: Deloitte, kpmg, e&y y Pwc) y no me lo pensé dos veces. Estaba tan quemada que necesitaba tomar distancia con lo que había sido mi mundo los últimos cuatro años.
Estuve un año trabajando ahí, pero era tal la exigencia del trabajo y arrastraba tanto cansancio que a diario me preguntaba; ¿esto va a ser mi día a día?  ¿voy a poder compatibilizarlo con algo más?
Así que empecé a mover curriculum y finalmente empecé a trabajar en el departamento de capital regulatorio  y solvencia de un banco y puedo decir que a día de hoy ESTOY ENCANTADA.
He tenido que dar varias vueltas para estar hoy donde estoy, algunas decisiones han sido acertadas y otras puede que no. 
Me sigue persiguiendo el fantasma de la oposición, y no puedo evitar sentir un poco de rabia al pensar  que una de las plazas podría haber sido mía, pero cuanto más distancia tomo con esa etapa de mi vida, más se va cerrando la herida, y más convencida estoy de que soy mejor profesional gracias a toda la preparación y conocimientos que adquirí con la oposición.
Igual no hace falta pegarse la paliza que me pegué para estar preparada para trabajar de lo mío, pero arrepentirse de una u otra decisión no la cambia, por eso, hoy me quedo con que durante esos años conocí a gente que me importa, y sobre todo me conocí mucho más a mí misma.

A.