En la entrada anterior hablaba de que la mejor manera de sobrellevar el día a día de una oposición es aliarse con uno mismo, y aunque suene obvio no es un ejercicio sencillo de conseguir.
Todos hemos pasado esos días en los que no hay manera de levantar el ánimo, en los que te quedas mirando el código o las hojas de un tema sin ser capaz de pasar de párrafo, en los que lo único que quieres es que llegue el final del día para poder volverte a meter en la cama.
Yo pasé muchos de esos días interminables, en los que no me cundía el estudio, y como no me cundía el estudio, me iba hundiendo más y como me iba sintiendo más triste, estudiaba peor, y como estudiaba peor el plan de esa semana se iba a freír espárragos...y la famosa pescadilla que se muerde la cola.
Está claro que el estudio necesita ir de la mano de un buen estado de ánimo, huir de la montaña rusa que te hace estar en tu máximo esplendor en un momento y en el siguiente, puede que 20 minutos después, en el punto más bajo, por algo tan absurdo como el comentario de alguien, una idea que se te pasa por la cabeza, haber cantado mal un tema, haberte metido en facebook y ver que el resto de tu gente tiene vida.Ay, cuanto daño nos ha hecho facebook a los opositores...
Una de las ideas que más me atormentaban al principio era la de pensar que esto era algo voluntario, que estaba presa en una celda con la llave metida en el bolsillo. Recuerdo que los días malos me repetía una y otra vez que estaba renunciando conscientemente a mi vida, que yo era mi propio verdugo.
Con el tiempo aprendí a tratarme. Y vuelvo a la idea de las dos personas dentro de tu cabeza, y es que en mi caso era así, sabía que tenía que luchar contra la parte que había decidido rendirse y que no quería hacerlo sin llevarse a la otra por delante con pensamientos como: tienes 25 años y vives sentada en una silla, antes te apuntabas a un bombardeo y ahora no haces nada, hay un ritmo ahí fuera y tu has decidido morirte quieta...
Con ideas como esta asomándose de vez en cuando en mi cabeza, tomé la decisión de hacer piña conmigo misma, de intentar tener a las dos partes "contentas", de tal manera que los días malos, toda yo me concentraba en levantarme, sin que hubiera conflicto ni batalla interna que luchar.
Para llegar a este punto me di cuenta de que dentro de esos días monótonos, y casi idénticos unos de otros tenía que darme la batuta para creerme todavía dueña de mi vida.
Ello se tradujo en cosas tan absurdas y sencillas, pero a la par tan cruciales para mí como ponerme de vez en cuando una canción, bajar las persianas y saltar como una loca 3 minutos.
Ahí van los pequeños trucos de mi día a día:
1. Levantarse por lo menos media hora antes de tener que sentarse en la mesa de estudio. Que al abrir el ojo sepamos que tenemos un rato para nosotros, para arreglarse en condiciones si se va a la biblioteca o para ver una serie o leer el periódico mientras desayunamos. ¡Que gran placer desayunar leyendo el periódico, viendo una serie o un vídeo en YouTube!
2. Arreglarse, ponerse cómodo, pues al fin y al cabo vamos a estar sentados muchas horas, pero sin dejar de ponernos unos pendientes chulos, una camisa que nos guste, un poco de rímel, peinarnos, pintarse las uñas. Que cuando vayamos al baño, el reflejo del espejo no se ría en nuestras narices.
3. Si estudiamos fuera de casa ir siempre de camino a la biblioteca o a donde estudiemos con la música puesta. ¿Os habéis dado cuenta de lo importante que es la banda sonora de una película? En nuestro caso igual. A mí el ir con música me convierte en protagonista. ¡Y me encanta ser protagonista de mi vida!
4. Tener sobre la mesa de estudio cosas con color. Siempre he sido una loca de las papelerías, de las libretas, los bolis y la oposición me convirtió en una yonki de los materiales de oficina, un vicio sano y barato. Os recomiendo un paseo de vez en cuando por Tiger, para apuntarte los temas de cada semana en una libreta graciosa, tener bolis con purpurina, de colores, gomas con caras. Puede que sea infantil, pero oye, es la mesa que vas a estar viendo 9 horas al día,por lo menos que tenga gracia.
5. Pedir café para llevar en los descansos. Si estás con otros compañeros y no hace un frío que pela, pedir el café en vaso de papel y hacer el descanso fuera y si estás solo, con café en mano dar aunque sea la vuelta a la manzana. Imagino que influida por todas las películas de Hollywood llevar el café en la mano me da sensación de ir camino a algún sitio, con prisa, quizá a punto de cruzarte con "alguien" A mí lo de ser peliculera me ha sacado de muchos bajones.
6. Levantarse pronto el día de descanso y aprovechar cada minuto. No hacer nada que no nos apetezca.
Cuantas veces hemos tomado un café con alguien que nos aburre o nos absorbe la energía, hemos ido al cine a ver una película malísima pero que a nuestro novio/a, amigo/a le apetece, hemos ido a comer a ese sitio que no está mal pero que tampoco nos encanta. Eso está bien cuando tienes el lujo de salir de trabajar a una hora prudente y dispones de todos los fines de semana y fiestas del año.
Este no es el caso, por lo que hay que ser un poco "egoístas".
La energía que hayamos cogido el día libre y las ganas de que llegue el siguiente va a ser el motor de esa semana.
7. Hablar con alguien que esté en nuestra misma situación riéndonos de nosotros mismos, no compadeciéndonos ni recordando lo desgraciados que nos sentimos, sino compartiendo las situaciones surrealistas que la oposición nos puede traer:
- Llevaba cinco días sin salir a la calle ni peinarme y ha llamado el cartero, por supuesto no he abierto con las pintas que llevaba y he tenido que contener la respiración para que no me oyera.
- Ayer me entró ataque de ansiedad y me comí dos paquetes de donetes. ¡DOS!
- Le he dicho que a mi novio que el sábado me toca estudiar y va y me dice que vale, que no pasa nada. ¿Crees que no quiere verme? ¿Ya no me quiere? ¿Estará con otra?
8. Ir al gimnasio para mover el esqueleto y quitar todo cargo de conciencia por permitirte de vez en cuando (a diario si fuera necesario) bajar a los chinos de la esquina y regalarte tu dosis de felicidad.
Cada uno tendrá sus trucos, sus pequeños placeres, estos son los míos. Hagas lo que hagas huye de estar quieto, de no hacer nada. El día da para muchos pequeños regalos que te puedas hacer.
¡Estar opositando no significa estar amargado!
Regálate algún que otro momento porque hoy¡ ES TU DIA!
A mi me sirve lo de " en el proximo descanso me pongo una mascarilla" o " si cumplo mis horas semanales...me compro ese kimono q tanto me encanta"
ResponderEliminarSí, esas también son buenas! hay que motivarse y con todo lo que se ahorra sin salir de casa...bienvenido sea el kimono.
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