miércoles, 30 de septiembre de 2015

Pasantía sí, pasantía no. ¿Nos tomamos un café?

Sois muchos los que me habéis preguntado por el tema de la pasantía, cuánto dura, qué se cobra, si vale la pena...

Sé que como en todo, habrá opiniones dispares. Yo os voy a contestar conforme lo que he vivido y lo que he visto en mi entorno.

Personalmente, en algunos casos,  me parece una forma de que los despachos cuenten con un "chaval-para-todo" sin tener que pagar un duro.

Es cierto que los que terminan la carrera o salen de la oposición no tienen ninguna experiencia y necesitan adquirir algo de práctica, de soltura, saber dónde presentar esto, cómo recibir a un cliente, cómo preparar un juicio. Me parece estupendo que haya despachos que cojan a recién licenciados o a ex opositores para enseñarles, pero lo que no me parece de recibo, es que se le tenga a una persona una media de dos años trabajando ocho horas diarias por el montante de cero euros al mes.

Desde mi humilde opinión, creo que llega un punto en el que el pasante aporta mucho más al despacho de lo que está aprendiendo, o en otros casos, "se le hace el favor de cogerle" para que termine de recadero llevando escritos al juzgado, ordenando expedientes y haciendo fotocopias.
Sé de muchos que les ha pasado lo primero, y de otros que han aprendido como ser el perfecto secretario, pero de derecho nada de nada.

Con esto no quiero decir que no haya que hacer pasantía, o que si se tiene la oportunidad se rechace, nada de esto, pero lo que sí os digo, es que hay que ser selectivos, saber lo que vale o no vale la pena.

Y aquí hago una pequeña distinción entre los que acabáis de terminar la carrera y los que acabáis de dejar la oposición.
 En el caso de los primeros, la mayoría tenéis unos 23 años, sois muy jóvenes y para ser sinceros, de la carrera se sale con muchísimas lagunas, así que en ese caso, sí que después del máster de práctica jurídica es más sencillo aguantar un tiempo sin cobrar o cobrando poco, porque tenéis más cosas que aprender. Sin embargo, los que hemos salido de una oposición es otra cosa, porque sin que suene mal, simplemente porque es de cajón tras varios años estudiando una media de 10 horas diarias, en algunos casos, sabemos más derecho que los que nos están enseñando. Por eso, en ese caso, como bien me dijo una notaria a la que me tocó ir una vez, y que por alguna razón decidí contarle mi vida; "con la formación que tienes, o estás con alguien que te fascine como profesional y que te esté enseñando algo a diario o pierdes el tiempo"

Así que dicho esto, os comento como funciona a grandes rasgos y siempre salvando las excepciones, porque habrá muchos despachos que lo hagan de otra manera.

Podéis encontraros con dos tipos de pasantía.

La primera es esa en la que a los seis meses ya estáis yendo a juicio, llegando a acuerdos con compañeros, firmando en la notaría con los clientes, es decir, ejerciendo como un abogado más. A efectos prácticos estas son las mejores, porque por mucho que agobien al principio son con las que realmente se aprende la profesión. A efectos monetarios son las que más queman, porque ves que haces el mismo trabajo que tus compañeros y no cobras casi nada o directamente nada. En estos casos creo que vale la pena aguantar hasta haber aprendido todo lo que había que aprender, salvo que te prometan que tras un periodo te quedarás en el despacho, pues en ese caso, motiva saber que te espera un puesto de trabajo al final del túnel.

El segundo tipo de pasantía es la que consiste en aprender como ser "el perfecto secretario" y en este caso mi consejo es ¡HUID! Si veis que tras unos meses no estáis más que ordenando papeles, contestando llamadas y llevando recados y lo que queréis es ejercer, buscad otra cosa, algo que valga la pena.

Respecto a la duración, sé que hay algunas de un año y otras que duran dos. Es importante que os dejen bien claro cuánto tiempo va a durar, a partir de qué momento os van a empezar a considerar un compañero y no el pasante. Ojo, si una vez transcurrido el plazo de tiempo os empiezan con que por ahora no pueden coger a nadie, pero si quieres puedes continuar en el despacho...significa "no te voy a pagar, pero si no tienes nada mejor que hacer, trabaja gratis para mí"

Respecto a la remuneración, sé que hay gente que cobra unos 300€ al mes y otros que directamente no cobran nada. Por esta razón, insisto en que hay que ser selectivos, ya que puesto que  de alguna manera estamos "donando" nuestro tiempo, tiene que ser por algo a cambio, por estar aprendiendo. Si no es el caso, o creéis que estáis trabajando como uno más del despacho sin cobrar un duro, creo que hay que ser capaz de preguntar si están interesados en contrataros y si la respuesta es que no, no perdáis el tiempo.

En conclusión, si tenéis la oportunidad de entrar en un despacho como pasante, hacedlo mientras valga la pena, en el momento en que no aprendáis nada, o no os aporte nada, y no os hayan asegurado que al terminar os quedaréis, no aguantéis ni un día más.

Tú tiempo es tú tiempo, igual de valioso que el de cualquiera.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Desde abajo las cosas tienen otra perspectiva.

Me juego lo que queráis a que muchos de vosotros a lo largo de la oposición, o de la carrera que estudiáis o en el mundo laboral, os habéis sentido, si no os sentís todavía, totalmente fracasados.

Y es que nos han metido o nos hemos metido en la cabeza que el camino al éxito, y aquí me refiero a lo que cada uno entienda por éxito, ya sea sacarse la oposición que se está preparando, encontrar el trabajo deseado, crear la familia que se quiere, es un camino en línea recta y ascendente.
Y nada más lejos de la realidad, creo que el día que nos demos cuenta de que el camino es como una montaña rusa y que precisamente las idas y venidas y los giros existen y sin ellos no seguiríamos andando, viviremos los tropiezos de otra manera.

Cuando dejé la oposición y empecé a ver qué es esto del mundo laboral, estaba tan perdida, tan acojonada, que encontré todo el consuelo del mundo en el primer capítulo de la serie The Good wife.
Puede parecer una chorrada, pero una tarde que estaba un poco deprimida porque veía que después de tanta preparación no me sentía nada segura ni valiente para enfrentarme al mundo, me puse a ver el capítulo piloto de la serie, para contagiarme un poco del personaje de mujer-abogada -luchadora-ejecutiva, y me encontré con la grata sorpresa de que ese capítulo nos dibujaba su principio, su estar perdida en la oficina, su primer juicio, su primera reunión y pensé....¡¡¡SÍ!!!ESA CARA DE SUSTO ES IGUAL QUE LA MÍA.

Y entonces me dije; es cierto, no tengo por qué estar genial, preparada, segura de mí misma y encantada de la nueva situación porque al principio la gente está jodida, perdida y no pasa nada.

Es lo que tiene estar vivo, que no somos personajes planos que no evolucionamos, sino que como en las buenas películas, novelas y en la vida real, hay cambios, momentos de estar arriba y de estar abajo.

Echando un ojo a la historia, podemos hablar de muchas personas que antes de ser lo que son hoy, o lo que nos han enseñado que son, estuvieron también equivocados, en el suelo, con sensación de fracaso.
¿Sabíais que a Walt Disney le echaron del periódico en el que trabajaba por no tener imaginación o que J.K. Rowling tuvo que estar en el paro para dar vida a Harry Potter o que Charles Chaplin fue rechazado porque su manera de actuar no gustaba?

Pues sí, si resulta que hoy estás en el paro, o acomplejado porque critican tu trabajo, tu manera de hacer las cosas, en un momento difícil de la oposición o la carrera o de tu vida en general,  recuerda que todos pasamos por lo mismo, algunos lo disimulan y no lo cuentan y otros podemos tomarnos el gran lujo de decir: JODIDO PERO CONTENTO O MAL PERO ACOSTUMBRADO o algo que me gusta más, ESTOY AQUÍ ABAJO TOMANDO IMPULSO PARA VOLAR.

No nos avergoncemos de los malos momentos, de los bajones, hay que vivirlos de la mejor manera para salir de ellos fortalecidos.

Si estás abajo, que sea tomando mucho impulso.

jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Nos tomamos un café?

He decidido crear esta sección porque sois muchos los que por privado me hacéis las mismas preguntas, y son las mismas preguntas que me hacía yo, que me sigo haciendo.

Así que de vez en cuando publicaré una de esas dudas, con la respuesta acorde con lo que yo he vivido. Es algo tan personal, que por supuesto no hay respuestas correctas o incorrectas, existe la respuesta de cada uno, porque no siempre lo que sirve para uno funciona para el otro.

Recuerdo que cuando decidí dejar de opositar no dejaba de preguntarle a Mr. Google; "he dejado de opositar, ¿y ahora qué?, ¿hay vida después de la oposición? ¿ cómo ser abogado después de opositar? ¿ex opositores que trabajen?" y la verdad es que nunca encontraba nada.

Así que de vez en cuando "nos tomaremos un café rápido" y os voy contestando a lo que queráis saber.

Preguntad lo que queráis, y yo en la medida de mis posibilidades y de cómo lo estoy haciendo yo, os contaré.

Espero de esta manera darles la posibilidad a todos los que os estáis planteando opositar, los que estáis en plena faena y sobre todo a los que se encuentren en la situación de acabar de dejar la oposición y que no sepan qué hacer ni a quién preguntar, de tener alguna manera de encontrar respuestas o por lo menos, de ver que no son los únicos que lo están pasando mal o que no terminan de encontrar su sitio.

Ningún comienzo es fácil, pero sin eso, nunca llegaría el resto de la historia.
¿Nos tomamos un café?

lunes, 21 de septiembre de 2015

Abriendo Caminos. Tarot

Tras apartar a un lado el episodio de la pérdida de los temas, voy a dejarme de tanto drama y a ponerle un poco de gracia al día.

Ya hemos llegado a la conclusión de que a lo largo de la oposición son muchos los momentos surrealistas, los episodios que decides contigo mismo que se quedan ahí, que jamás contarás a nadie, ¿y lo divertido que es tener estas historias? ya habrá tiempo de vivir una vida "relativamente normal".

Una de tantas, la comparto con una muy buena amiga, de esas que aunque solo veas una vez al año, la sigues considerando una persona importante, por el momento vital en que la has conocido, por las lágrimas, confesiones y conversaciones trascendentales hablando del sentido de la vida (no hay como estudiar una oposición para plantearse cuestiones vitales; ¿qué hago aquí? ¿Este es mi destino?...).

La conocí en el colegio mayor, opositaba a inspector del Banco de España, a los dos años se fue a vivir con su novio a tres calles del colegio, así que era como tenerla al lado. Un mes antes de su examen su novio tuvo que irse de viaje una semana por trabajo, así que hice mi mochila y me fui a pasar la semana con ella porque le daba miedo quedarse sola (otra paranoia de la oposición).

Cuando llegué, me adjudicó mi mesa de estudio, me puse "el uniforme de trabajo" y empezó nuestra semana. Puesto que le quedaba tan poco para el examen hacíamos intensivo, creo recordar que parábamos 40 minutos a la hora de comer, lo justo para ver las noticias y 10 minutos más para cambiar de canal.

El segundo día, haciendo zapping, nos encontramos con un canal de Tarot. Nos miramos y pusimos cara de ¿what?, pero ninguna cambió de canal, nos limitamos a hacernos las locas porque las dos teníamos curiosidad por seguir viendo. Tras cumplirse el tiempo de descanso, apagamos.
- Que friki la gente llamando, ¿eh?- decía ella, entre risas.
- Pues sí, se aprovechan de que algunos están desesperados- dije yo.

Esa misma noche, después de cenar, estábamos buscando algo para ver; "esa peli es muy larga, nos acostaríamos a las tantas, este canal tiene muchos anuncios, huy, esta es un rollo..." y así es como terminamos nuevamente en el canal de Tarot.

Las llamadas se sucedían unas tras otras, la gente llamaba sin parar. En muchas ocasiones se les veía el plumero...
-¿Tienes hijos? - preguntaba el tarotista poniéndole emoción a la cosa mientras extendía las cartas sobre la mesa.
- Sí- contestaba una voz temblorosa al otro lado del teléfono.
- ¿Te preocupa tu hija? -preguntaba como si estuviera viendo algo sorprendente.
-  Tengo dos hijos- contestaba la señora (casi siempre eran señoras).
- Te preocupa uno de tus hijos, porque tienes dos- decía el tarotista mirando a cámara como si pudiera estar viendo a Manoli en el salón de su casa haciendo la llamada.
- Sí, ¡tengo dos!- contestaba ella victoriosa, como sin creérselo.
Y a nosotras nos entraba la risa floja, de esa de última hora del día, que es como de estar borracha sin haber bebido una gota de alcohol.

Durante los siguientes dos días dejamos de ver las noticias y en los descansos nos sentábamos frente al televisor a ver como una tal Celia le abría los caminos a una señora que se sentía atrapada, o como le quitaba un mal de ojos a la de más allá, como le prometía que encontraría un nuevo amor antes de los cincuenta, y así una tras otra.

Nuestras risas del principio fueron convirtiéndose en ¿Te imaginas que fuera verdad? ¿Tú que le preguntarías? Pues si voy a aprobar. Yo también. ¿Llamamos?

Llegamos al punto en el que se nos fue de las manos y los descansos solo hablábamos de si llamar o no llamar
- Y si me dice que voy a aprobar, ¿Cuántos años tengo que intentarlo? Imagínate que sigo porque me lo ha dicho la tarotista y en realidad era mentira.
- ¿Y si me dice que no me la voy a sacar? ¿Qué hago, lo dejo ya?
- Ponte que te dice que no y en realidad tu destino era sacártela, pero se ha truncado por culpa de esa llamada.
- ¿Y si de verdad puede verlo y me ahorro años de intentarlo?
- ¿Y si solo nos dice que una de nosotras se la sacará? ahí tendríamos que seguir las dos hasta que una se la sacara porque ya la otra no tendría posibilidades.
- Pero si nos suelta una de esas frases que son aplicables a todo, en plan, persigue tu sueño, o tu sueño te alcanzará...ahí ¿qué hacemos?
Y así pasaban nuestros descansos.

Sin darnos cuenta terminó la semana, ninguna se atrevió a llamar, y decidimos dejar que nuestro futuro nos estallara en la cara, eso sí, después de prometer que no le diríamos a los demás lo que había sucedido en esos descansos.

Esa promesa no la cumplimos, con lo poco que hay por contar como para callarse algo así.



jueves, 17 de septiembre de 2015

mis temas pasaron a mejor vida. Última parte.

Como ya he comentado en alguna ocasión, soy de esa clase de personas que cree que todo pasa por algo, que ve señales allá por donde va.

De modo que para mí el hecho de que un 7 de enero, mis temas salieran  de casa de mis padres en una caja de 12 kilos rumbo a mi casa, y no volviera a saberse de ellos, a parte de una putada, una metáfora,  una llámese de cualquier modo, fue una señal.

Esta tarde en la que me paro a volver a pensar en ese momento, me vuelvo a visualizar metiendo todos los temas cuidadosamente, colocándolos estratégicamente para que cupieran bien y no se arrugaran. Como cuando se arregla un cadáver, se coloca en el ataúd con mimo, para que alguien venga a buscarlo rumbo al crematorio o al foso.

En ese momento no me dí cuenta, pero enterré varios años de mi vida en esa caja.

Pero como he dicho, creo en las señales, en el destino. Así que cogí ese capítulo y decidí ver que me iba a deparar la puerta que se me abría al quedar sepultada la otra.

No puedo decir que al día siguiente empezó el resto de mi vida, porque no fue así, después del mes y medio de infierno previo al exámen y de suspender tras el enorme esfuerzo, vino el periodo de transición, las decisiones, los proyectos, las pruebas, los errores, y los comienzos que os iré contando poco a poco, sin orden, como sabéis, entre entrada y entrada.

¿Soy feliz? lo soy, sin haber aprobado, sin ser notaria.
Aprobar la oposición que estás preparando debe ser una sensación increíble, de trabajo bien hecho, de llegar a la meta, pero recuperar tu vida tras preparar una oposición no está nada mal, os lo aseguro.



martes, 15 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 5

¿Qué hice?

 Los siguientes tres días nos dedicamos como locos a imprimir temas que recordaba que tenía igual que ese u otro compañero, los que sabía que me había dejado mi preparador, los que me habían dado en la academia y los que me sonaba que había sacado de internet. Al final me imprimí un temario que no era el mío, pero que me daba la seguridad de tener un papel entre las manos.

Nos convertimos en una cadena humana. Mi padre dividía las torres de papel recién recogidas de la fotocopiadora en temas, mi madre los metía en fundas de plástico y me los colocaba en los archivadores, mientras yo empezaba a subrayar las hojas.

Después de cinco años y medio, a mes y medio del examen estaba exactamente igual que aquel octubre en que decidí embarcarme en esta aventura, solo que más cansada, mayor, agotada.

Recuerdo ese mes y medio con horror, no voy a mentir. Cuando en tu cabeza te imaginabas repasando detalles, recitando el código, haciendo esquemas para comprobar que te sabes los temas, y te encuentras con las manos nuevamente manchadas de tinta del subrayador, perdiendo tiempo intentando rescatar de tu cabeza los esquemas de los temas que recuerdas, te desesperas.

Me sonaba el despertador a las 5:30 de la mañana para estar a las 5:45 sentada en mi escritorio hasta las 11 de la noche. No hacía más que comer en 20 minutos y pegarme una ducha en la que siempre echaba las lágrimas que durante el resto del día no podía permitirme.

Sin darme cuenta llegó el examen. Había que intentarlo, me decía.
Aguanté la hora, pero estaba tan agotada y colapsada que mientras recitaba los temas que me habían tocado, todavía me preguntaba si estaba cantando el tema correcto, ¿me ha tocado la tutela? ¿La tutela o la adopción? Las malas pasadas de una mente cansada.

Y nuevamente el bloqueo emocional. Tras el esfuerzo brutal del último mes y el no apto de hacía diez minutos, vino la mente en blanco, las lágrimas de cansancio, la sensación de flotar a ninguna parte, de que todo era un sueño, o una pesadilla. 

 Llegaron las cañas con mis padres y mi amiga del alma, las conversaciones de todo y de nada para evitar el silencio. La noche, meterse en la cama del hotel con el corazón en un puño y el estómago revuelto.

Y por fin llegó el día siguiente, y el siguiente, y levantarse y reírse, y caminar.

Parte6



domingo, 13 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 4

Lo que me salvó de hundirme en la más profunda depresión a mes y medio de mi examen, fue precisamente ese primer pensamiento tremendista que me vino a la mente al ver a mis padres subir las escaleras.

Me parecía tan jodidamente increíble estar todos sanos y salvos, que la idea de que correos hubiera perdido la caja con mis temas no pudo quitarme la sensación de alivio que tenía.

Uno de los mecanismos de protección que tiene la mente humana es el estado de shock, esa compuerta que se cierra, ese bloqueo ante un impacto emocional, que si es temporal nos permite adaptarnos a la realidad de la situación.

En mi caso fue así, creo que no terminé de darme cuenta de lo que había pasado hasta después de suspender el examen y dejar la oposición.

Mis padres estaban convencidos de que tras la noticia optaría por la opción de ni tan siquiera presentarme, pero después de cinco años y medio sin hacer nada más que estudiar, de renunciar a todo por un propósito, ¿no lo habrías intentado vosotros también?

La pérdida de los temas tiene más transcendencia en oposiciones en las que no hay un temario determinado, un carperi que nos permita volver a comprarlo y releer lo que llevamos tantas veces repasado.

En el caso de notarías, y en el mío particular, mis temas, los que tenía en la cabeza, eran irrecuperables. Muchos me los había preparado yo, otros eran de la academia, otros de algún compañero, del preparador, de internet...que sé yo...irrecuperables.







jueves, 10 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 3

Se me pasó por la cabeza que a mi hermano pequeño le había pasado algo. Pensé que venían a darme la noticia de que mi hermano había muerto. No sé por qué pensé eso, imagino que por la cara que llevaban mis padres. Igual pensaban que al vivir sola y con las circunstancias de la oposición la noticia me hundiría. No sé por qué pensé lo de mi hermano.

Respiré hondo, no me atrevía a abrir la puerta. Quería disfrutar de esos últimos instantes en los que aún no conoces una noticia terrible. Aguanté unos segundos más. No quiero abrir, no quiero saberlo, pensaba.

A mis pies seguía la retahíla de primeros ladridos, como si él también quisiera espantar lo que llegaba al otro lado de la puerta.

Abrí. Mis padres me sonrieron, entraron como si fuera lo más normal del mundo.

- ¿Qué pasa?- pregunté

- Nada, que va a pasar- contestó mi madre empezando a llorar.

- Decidme que ha pasado- insistí yo,  temblando de arriba a abajo. No me podía creer estar en esa situación. Acabábamos de estar todos juntos en casa. Habíamos pasado las navidades juntos.


Fijé la atención en mi padre. Estaba mirando la mesa de estudio, el flexo encendido iluminando el código civil y todo el despliegue de bolis, post it y folios sucios que acumulaba a diario en mi escritorio. Me miró a los ojos, volvió a mirar la mesa, como si su presencia hiciera todavía más difícil dar la noticia.

- Tus temas- dijo, como si eso lo explicara todo. Es cierto que desde que los mandé por correo se habían sucedido una serie de problemas, se habían extraviado, se habían confundido de ciudad, estaban de camino...o eso me habían dicho. -Han perdido el paquete, todos tus temas. No tienes temario- añadió.

- ¿Estáis todos bien? ¿Estamos todos bien?- pregunté desesperada. Creo que ni tan siquiera había procesado la palabra tema.

- Sí, claro. Todos estamos bien- contestó mi padre extrañado, esperando ver una reacción a lo que me acababa de decir.

- Estamos todos bien- repetí yo, respirando profundamente, como si acabara de abrir la ventana de par en par y hubiera conseguido echar la idea de la muerte de mi casa.

Parte4




martes, 8 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 2.

 Era el 16 de enero, un jueves, creo. Yo estaba como cualquier otro día a casi cualquier hora; en pijama, con el jersey de lana puesto, gafas, moñete, calcetines, debajo del flexo intentando memorizar los odiosos artículos del código civil.


A mis pies estaba un cachorrito de apenas tres meses que mi novio me acababa de regalar; - Para que no te pases todo el día sola y te obligues a pisar la calle- me había dicho.



Ahí estaba él, mirándome desde ahí abajo sin entender qué me tenía tan absorta ahí arriba. Varias veces había soltado una especie de bufido, como un  ladrido fallido. Me hacía gracia como intentaba llamar mi atención con esa especie de sonido que no sonaba a nada. Se parecía a mí cuando intentaba que lo que recitaba sonara a literalidad y no sonaba a ella.



Sobre las 9 de la noche sonó el interfono. Puesto que no funcionaba bien y no escuchaba al que estaba al otro lado decidí no abrir. Volvió a sonar dos veces más, insistente, fuerte.No entendía quién podía ser, todo el mundo sabía que estaba de encierro previo al examen, y a esas horas no podía ser ningún paquete de correos.



Abrí y me quedé mirando por la mirilla para ver quien subía.Oí varios pasos, dos voces diferentes.



Me quedé helada al ver a mis padres subir por las escaleras.



Vivían a un tren y un avión de distancia. Les acababa de ver hacía 10 días.Oí un ruido grave, débil pero contundente, un primer ladrido.

Miré hacia abajo, a Pancho tampoco le gustaba lo que estaba por llegar.



jueves, 3 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 1.



Hay varias pesadillas en la vida de un opositor.

Varios de esos imposibles poco probables pero presentes.

Entre ellos está lo de darse un golpe en la cabeza y olvidar todo lo estudiado hasta el momento, que se queme nuestra habitación con los temas dentro, quedarse dormido el día del examen, que se pare el cronómetro en pleno cante ante el tribunal, quedarnos mudos, ciegos, ser atropellados camino del examen, darnos cuenta de que estamos en zapatillas ante el tribunal...podríamos seguir y seguir, puesto que la cantidad de tiempo que pasamos con nosotros mismo durante la oposición, da para inventarse muchísimas circunstancias, de esas que no querríamos ver ni en pintura.

Recuerdo una compañera del grupo de oposición que contaba que tenía todo el temario de notarías duplicado metido en bolsas de basura debajo de la ventana, de tal manera que si hubiera un incendio en su casa pudiera lanzarlo a la calle antes de que fuera pasto de las llamas.

-¿ Y tú? le pregunté, ¿cómo saldrías?
 - ya lo pensaría, lo primero es salvar el temario.

En ese momento pensé que la pobre ya desvariaba un poco, de nada le iba a servir todo el temario intacto, si ella moría en ese incendio, pero bueno, no le di más importancia.

Cosas de opositores, pensé. Una más.

¿Quién me iba a decir que me arrepentiría de no haber desvariado tanto como ella y de no tener bolsas de basura esperando bajo mi ventana?

¿Quién me iba a decir que una de esas leyendas urbanas, de esos ¿te imaginas que? me iba a ocurrir a mí?