Mostrando entradas con la etiqueta ¿Mis temas?. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ¿Mis temas?. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de septiembre de 2015

mis temas pasaron a mejor vida. Última parte.

Como ya he comentado en alguna ocasión, soy de esa clase de personas que cree que todo pasa por algo, que ve señales allá por donde va.

De modo que para mí el hecho de que un 7 de enero, mis temas salieran  de casa de mis padres en una caja de 12 kilos rumbo a mi casa, y no volviera a saberse de ellos, a parte de una putada, una metáfora,  una llámese de cualquier modo, fue una señal.

Esta tarde en la que me paro a volver a pensar en ese momento, me vuelvo a visualizar metiendo todos los temas cuidadosamente, colocándolos estratégicamente para que cupieran bien y no se arrugaran. Como cuando se arregla un cadáver, se coloca en el ataúd con mimo, para que alguien venga a buscarlo rumbo al crematorio o al foso.

En ese momento no me dí cuenta, pero enterré varios años de mi vida en esa caja.

Pero como he dicho, creo en las señales, en el destino. Así que cogí ese capítulo y decidí ver que me iba a deparar la puerta que se me abría al quedar sepultada la otra.

No puedo decir que al día siguiente empezó el resto de mi vida, porque no fue así, después del mes y medio de infierno previo al exámen y de suspender tras el enorme esfuerzo, vino el periodo de transición, las decisiones, los proyectos, las pruebas, los errores, y los comienzos que os iré contando poco a poco, sin orden, como sabéis, entre entrada y entrada.

¿Soy feliz? lo soy, sin haber aprobado, sin ser notaria.
Aprobar la oposición que estás preparando debe ser una sensación increíble, de trabajo bien hecho, de llegar a la meta, pero recuperar tu vida tras preparar una oposición no está nada mal, os lo aseguro.



martes, 15 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 5

¿Qué hice?

 Los siguientes tres días nos dedicamos como locos a imprimir temas que recordaba que tenía igual que ese u otro compañero, los que sabía que me había dejado mi preparador, los que me habían dado en la academia y los que me sonaba que había sacado de internet. Al final me imprimí un temario que no era el mío, pero que me daba la seguridad de tener un papel entre las manos.

Nos convertimos en una cadena humana. Mi padre dividía las torres de papel recién recogidas de la fotocopiadora en temas, mi madre los metía en fundas de plástico y me los colocaba en los archivadores, mientras yo empezaba a subrayar las hojas.

Después de cinco años y medio, a mes y medio del examen estaba exactamente igual que aquel octubre en que decidí embarcarme en esta aventura, solo que más cansada, mayor, agotada.

Recuerdo ese mes y medio con horror, no voy a mentir. Cuando en tu cabeza te imaginabas repasando detalles, recitando el código, haciendo esquemas para comprobar que te sabes los temas, y te encuentras con las manos nuevamente manchadas de tinta del subrayador, perdiendo tiempo intentando rescatar de tu cabeza los esquemas de los temas que recuerdas, te desesperas.

Me sonaba el despertador a las 5:30 de la mañana para estar a las 5:45 sentada en mi escritorio hasta las 11 de la noche. No hacía más que comer en 20 minutos y pegarme una ducha en la que siempre echaba las lágrimas que durante el resto del día no podía permitirme.

Sin darme cuenta llegó el examen. Había que intentarlo, me decía.
Aguanté la hora, pero estaba tan agotada y colapsada que mientras recitaba los temas que me habían tocado, todavía me preguntaba si estaba cantando el tema correcto, ¿me ha tocado la tutela? ¿La tutela o la adopción? Las malas pasadas de una mente cansada.

Y nuevamente el bloqueo emocional. Tras el esfuerzo brutal del último mes y el no apto de hacía diez minutos, vino la mente en blanco, las lágrimas de cansancio, la sensación de flotar a ninguna parte, de que todo era un sueño, o una pesadilla. 

 Llegaron las cañas con mis padres y mi amiga del alma, las conversaciones de todo y de nada para evitar el silencio. La noche, meterse en la cama del hotel con el corazón en un puño y el estómago revuelto.

Y por fin llegó el día siguiente, y el siguiente, y levantarse y reírse, y caminar.

Parte6



domingo, 13 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 4

Lo que me salvó de hundirme en la más profunda depresión a mes y medio de mi examen, fue precisamente ese primer pensamiento tremendista que me vino a la mente al ver a mis padres subir las escaleras.

Me parecía tan jodidamente increíble estar todos sanos y salvos, que la idea de que correos hubiera perdido la caja con mis temas no pudo quitarme la sensación de alivio que tenía.

Uno de los mecanismos de protección que tiene la mente humana es el estado de shock, esa compuerta que se cierra, ese bloqueo ante un impacto emocional, que si es temporal nos permite adaptarnos a la realidad de la situación.

En mi caso fue así, creo que no terminé de darme cuenta de lo que había pasado hasta después de suspender el examen y dejar la oposición.

Mis padres estaban convencidos de que tras la noticia optaría por la opción de ni tan siquiera presentarme, pero después de cinco años y medio sin hacer nada más que estudiar, de renunciar a todo por un propósito, ¿no lo habrías intentado vosotros también?

La pérdida de los temas tiene más transcendencia en oposiciones en las que no hay un temario determinado, un carperi que nos permita volver a comprarlo y releer lo que llevamos tantas veces repasado.

En el caso de notarías, y en el mío particular, mis temas, los que tenía en la cabeza, eran irrecuperables. Muchos me los había preparado yo, otros eran de la academia, otros de algún compañero, del preparador, de internet...que sé yo...irrecuperables.







jueves, 10 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 3

Se me pasó por la cabeza que a mi hermano pequeño le había pasado algo. Pensé que venían a darme la noticia de que mi hermano había muerto. No sé por qué pensé eso, imagino que por la cara que llevaban mis padres. Igual pensaban que al vivir sola y con las circunstancias de la oposición la noticia me hundiría. No sé por qué pensé lo de mi hermano.

Respiré hondo, no me atrevía a abrir la puerta. Quería disfrutar de esos últimos instantes en los que aún no conoces una noticia terrible. Aguanté unos segundos más. No quiero abrir, no quiero saberlo, pensaba.

A mis pies seguía la retahíla de primeros ladridos, como si él también quisiera espantar lo que llegaba al otro lado de la puerta.

Abrí. Mis padres me sonrieron, entraron como si fuera lo más normal del mundo.

- ¿Qué pasa?- pregunté

- Nada, que va a pasar- contestó mi madre empezando a llorar.

- Decidme que ha pasado- insistí yo,  temblando de arriba a abajo. No me podía creer estar en esa situación. Acabábamos de estar todos juntos en casa. Habíamos pasado las navidades juntos.


Fijé la atención en mi padre. Estaba mirando la mesa de estudio, el flexo encendido iluminando el código civil y todo el despliegue de bolis, post it y folios sucios que acumulaba a diario en mi escritorio. Me miró a los ojos, volvió a mirar la mesa, como si su presencia hiciera todavía más difícil dar la noticia.

- Tus temas- dijo, como si eso lo explicara todo. Es cierto que desde que los mandé por correo se habían sucedido una serie de problemas, se habían extraviado, se habían confundido de ciudad, estaban de camino...o eso me habían dicho. -Han perdido el paquete, todos tus temas. No tienes temario- añadió.

- ¿Estáis todos bien? ¿Estamos todos bien?- pregunté desesperada. Creo que ni tan siquiera había procesado la palabra tema.

- Sí, claro. Todos estamos bien- contestó mi padre extrañado, esperando ver una reacción a lo que me acababa de decir.

- Estamos todos bien- repetí yo, respirando profundamente, como si acabara de abrir la ventana de par en par y hubiera conseguido echar la idea de la muerte de mi casa.

Parte4




martes, 8 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 2.

 Era el 16 de enero, un jueves, creo. Yo estaba como cualquier otro día a casi cualquier hora; en pijama, con el jersey de lana puesto, gafas, moñete, calcetines, debajo del flexo intentando memorizar los odiosos artículos del código civil.


A mis pies estaba un cachorrito de apenas tres meses que mi novio me acababa de regalar; - Para que no te pases todo el día sola y te obligues a pisar la calle- me había dicho.



Ahí estaba él, mirándome desde ahí abajo sin entender qué me tenía tan absorta ahí arriba. Varias veces había soltado una especie de bufido, como un  ladrido fallido. Me hacía gracia como intentaba llamar mi atención con esa especie de sonido que no sonaba a nada. Se parecía a mí cuando intentaba que lo que recitaba sonara a literalidad y no sonaba a ella.



Sobre las 9 de la noche sonó el interfono. Puesto que no funcionaba bien y no escuchaba al que estaba al otro lado decidí no abrir. Volvió a sonar dos veces más, insistente, fuerte.No entendía quién podía ser, todo el mundo sabía que estaba de encierro previo al examen, y a esas horas no podía ser ningún paquete de correos.



Abrí y me quedé mirando por la mirilla para ver quien subía.Oí varios pasos, dos voces diferentes.



Me quedé helada al ver a mis padres subir por las escaleras.



Vivían a un tren y un avión de distancia. Les acababa de ver hacía 10 días.Oí un ruido grave, débil pero contundente, un primer ladrido.

Miré hacia abajo, a Pancho tampoco le gustaba lo que estaba por llegar.



jueves, 3 de septiembre de 2015

¿mis temas? parte 1.



Hay varias pesadillas en la vida de un opositor.

Varios de esos imposibles poco probables pero presentes.

Entre ellos está lo de darse un golpe en la cabeza y olvidar todo lo estudiado hasta el momento, que se queme nuestra habitación con los temas dentro, quedarse dormido el día del examen, que se pare el cronómetro en pleno cante ante el tribunal, quedarnos mudos, ciegos, ser atropellados camino del examen, darnos cuenta de que estamos en zapatillas ante el tribunal...podríamos seguir y seguir, puesto que la cantidad de tiempo que pasamos con nosotros mismo durante la oposición, da para inventarse muchísimas circunstancias, de esas que no querríamos ver ni en pintura.

Recuerdo una compañera del grupo de oposición que contaba que tenía todo el temario de notarías duplicado metido en bolsas de basura debajo de la ventana, de tal manera que si hubiera un incendio en su casa pudiera lanzarlo a la calle antes de que fuera pasto de las llamas.

-¿ Y tú? le pregunté, ¿cómo saldrías?
 - ya lo pensaría, lo primero es salvar el temario.

En ese momento pensé que la pobre ya desvariaba un poco, de nada le iba a servir todo el temario intacto, si ella moría en ese incendio, pero bueno, no le di más importancia.

Cosas de opositores, pensé. Una más.

¿Quién me iba a decir que me arrepentiría de no haber desvariado tanto como ella y de no tener bolsas de basura esperando bajo mi ventana?

¿Quién me iba a decir que una de esas leyendas urbanas, de esos ¿te imaginas que? me iba a ocurrir a mí?