Como ya he comentado en alguna ocasión, soy de esa clase de personas que cree que todo pasa por algo, que ve señales allá por donde va.
De modo que para mí el hecho de que un 7 de enero, mis temas salieran de casa de mis padres en una caja de 12 kilos rumbo a mi casa, y no volviera a saberse de ellos, a parte de una putada, una metáfora, una llámese de cualquier modo, fue una señal.
Esta tarde en la que me paro a volver a pensar en ese momento, me vuelvo a visualizar metiendo todos los temas cuidadosamente, colocándolos estratégicamente para que cupieran bien y no se arrugaran. Como cuando se arregla un cadáver, se coloca en el ataúd con mimo, para que alguien venga a buscarlo rumbo al crematorio o al foso.
En ese momento no me dí cuenta, pero enterré varios años de mi vida en esa caja.
Pero como he dicho, creo en las señales, en el destino. Así que cogí ese capítulo y decidí ver que me iba a deparar la puerta que se me abría al quedar sepultada la otra.
No puedo decir que al día siguiente empezó el resto de mi vida, porque no fue así, después del mes y medio de infierno previo al exámen y de suspender tras el enorme esfuerzo, vino el periodo de transición, las decisiones, los proyectos, las pruebas, los errores, y los comienzos que os iré contando poco a poco, sin orden, como sabéis, entre entrada y entrada.
¿Soy feliz? lo soy, sin haber aprobado, sin ser notaria.
Aprobar la oposición que estás preparando debe ser una sensación increíble, de trabajo bien hecho, de llegar a la meta, pero recuperar tu vida tras preparar una oposición no está nada mal, os lo aseguro.