Hasta hace nada, por mucho que los años fueran pasando, y que mi capacidad de sacrificio fuera en aumento, seguía siendo la misma chica que con 23 años terminó la carrera, se hizo una foto para la orla y decidió meterse entre cuatro paredes a estudiar.
La oposición produce un fenómeno físico en las personas que la experimentan; independientemente de la edad que indique el DNI, todo opositor tiene 23 y 80 años.
Por un lado, la capacidad de vivir experiencias propias de la edad queda aparcada hasta nueva orden. Esas vivencias son para otros, y las escuchamos atenta pero distraídamente, como si llegaran de la lejanía: buscar trabajo, hacer currículum, organizar despedidas de solter@s, enamorarse de alguien de la oficina, ser despedido, viajes con amigos, tener ropa para ir a trabajar... de manera que una vez que se sale de la oposición te encuentras con la edad que dicen que tienes, pero con los 23 años con los que probablemente empezaste a estudiar.
Te miras al espejo, te sueltas el moño y te acuerdas de que hay establecimientos que se llaman peluquerías. Vuelves a vestirte asiduamente, porque ahora volverás a salir a la calle, y miras fascinado el mundo que te rodea. Con los años que tengas, pero con los 23 que tenías.
Te llamarán ingenuo, empanado o distraída, pero te da igual porque estás en la calle y te emociona hablar de trabajo, de sueldo porque ¿tengo un sueldo? sí, lo tengo... y tus amigos estarán de vuelta de todo, pero tú lo saborearás despacito porque acabas de volver y aún te quedan pendientes los años que dejaste aparcados...
Pero pobre del que haga un comentario sobre las horas que trabaja o lo dura que se le hace la semana, porque en ese momento, los 80 años se apoderarán de ti, y dejarás a un lado al joven que acaba de volver a la vida. Mirarás al infinito y probablemente ni lo dirás, pero sí pensarás; Si te contara yo, hijo de Dios, lo que es echarle horas... No me vengas con quejas que tú no sabes lo que es pasarlo mal...ay, qué fácil lo has tenido. No me vengas con la excusa de que terminas reventado, tú no sabes lo que es terminar extenuado, y que te duelan los huesos, y caminar medio encorvado porque tu cuerpo ya no se acuerda ni de la forma que tenía. Si no te pasaras el día con esas nuevas tecnologías y de cháchara con los compañeros te iría mejor...
Te sorprenderás pensando como nuestros abuelos, como si la vida te hubiera pasado por encima y los huesos se hubieran trabajado cientos de temas. Bastará con un simple "¿vamos al cine?" "¿tomamos algo?", para volver a los 23. Y así de un extremo al otro, porque para mí todo opositor tiene 23 y 80 años.
La oposición produce un fenómeno físico en las personas que la experimentan; independientemente de la edad que indique el DNI, todo opositor tiene 23 y 80 años.
Por un lado, la capacidad de vivir experiencias propias de la edad queda aparcada hasta nueva orden. Esas vivencias son para otros, y las escuchamos atenta pero distraídamente, como si llegaran de la lejanía: buscar trabajo, hacer currículum, organizar despedidas de solter@s, enamorarse de alguien de la oficina, ser despedido, viajes con amigos, tener ropa para ir a trabajar... de manera que una vez que se sale de la oposición te encuentras con la edad que dicen que tienes, pero con los 23 años con los que probablemente empezaste a estudiar.
Te miras al espejo, te sueltas el moño y te acuerdas de que hay establecimientos que se llaman peluquerías. Vuelves a vestirte asiduamente, porque ahora volverás a salir a la calle, y miras fascinado el mundo que te rodea. Con los años que tengas, pero con los 23 que tenías.
Te llamarán ingenuo, empanado o distraída, pero te da igual porque estás en la calle y te emociona hablar de trabajo, de sueldo porque ¿tengo un sueldo? sí, lo tengo... y tus amigos estarán de vuelta de todo, pero tú lo saborearás despacito porque acabas de volver y aún te quedan pendientes los años que dejaste aparcados...
Pero pobre del que haga un comentario sobre las horas que trabaja o lo dura que se le hace la semana, porque en ese momento, los 80 años se apoderarán de ti, y dejarás a un lado al joven que acaba de volver a la vida. Mirarás al infinito y probablemente ni lo dirás, pero sí pensarás; Si te contara yo, hijo de Dios, lo que es echarle horas... No me vengas con quejas que tú no sabes lo que es pasarlo mal...ay, qué fácil lo has tenido. No me vengas con la excusa de que terminas reventado, tú no sabes lo que es terminar extenuado, y que te duelan los huesos, y caminar medio encorvado porque tu cuerpo ya no se acuerda ni de la forma que tenía. Si no te pasaras el día con esas nuevas tecnologías y de cháchara con los compañeros te iría mejor...
Te sorprenderás pensando como nuestros abuelos, como si la vida te hubiera pasado por encima y los huesos se hubieran trabajado cientos de temas. Bastará con un simple "¿vamos al cine?" "¿tomamos algo?", para volver a los 23. Y así de un extremo al otro, porque para mí todo opositor tiene 23 y 80 años.
Me gusta muchísimo leerte porque me haces sentir cosas dispares...
ResponderEliminarEsta claro que opositar es muy difícil, a mi parecer más mentalmente, yo también lo hago (aunque no a una barbaridad como siempre vi Registros y Notarías) mientras trabajo, y de verdad no sé que me es más duro... porque para mí sin embargo quiero pensar que los temas son un pasaporte tal vez a algo mejor, e incluso una distracción al jefe y sus paranoias. Yo soy de las consideradas afortunadas (por lo menos tienes trabajo... ) pero sin embargo no soy para nada feliz, un empleo en el que hecho no se cuantas horas, que no aparecen en contrato y riendo pleitesias hasta el más pintado, por que ohhhh gracias me estas dando de comer. En fin, todo es duro muy duro, no me estoy comparando a nivel de esfuerzo con 450 y tu fuerza de voluntad, solo te digo, que caer en una empresa en la que se supone tienes que estar todo el día dando gracias, mientras trabajas codo con codo con tu jefe poniéndole una preciosa sonrisa mientras solo quieres estrangularle tampoco es fácil... después de haber estudiado tus cinco años habiéndote vendido la licenciatura con el final a todos tus problemas. En fin, una reflexión en voz alta.
¡Un saludo!
No te imaginas lo mucho que te entiendo.
EliminarEs cierto que por muy dura que sea una oposición siempre cuentas con algo que pocas veces te encuentras en otros sitios y es las ganas que te da hacer algo por alcanzar una meta. La fuerza que te da luchar por lo que realmente persigues es lo que te da alas, donde esté la ilusión que se quite el redbull...
Ahora que estoy en el otro lado, en el mundo laboral, a veces se me hace más cuesta arriba, porque aunque sea mucho más relajado que el ritmo que llevaba entonces, a veces noto que me falta esa razón de ser, lo que durante la oposición me hacía decir de vez en cuando "venga, vamos!"
Gracias por tu reflexión!!!
Un saludo!
jajajaja me encantan tus entradas! Ayer quedé con unos amigos y hablaban de otra persona y de lo que cobraba por pasantía. Me pareció una fortuna y no llegaba a los 400 euros. Así nos hace la oposición!
ResponderEliminarUn beso!!
jajaja. A mi también me pasaba eso, que cualquier cosa me parecía un dineral... y con el ritmo de vida de un opositor todo cunde mucho más. Pero luego resulta que te toca pagar por todos lados...yo ya me he desengañado con los 400 euros.jajajajjaj
EliminarEsta entrada me ha puesto la piel de gallina.
ResponderEliminarYo con 23 recién licenciada en Derecho, no me atreví a opositar. Era lo q quería, pero después de los dos últimos dos años de carrera q estudié tanto y lo pasé tan mal, no me veía con ánimo de encerrarme sine die. Entré en un despacho de esos de "elite" q en realidad es un régimen de "semi esclavitud" (del primer mundo) en el q tienes q estar más q agradecido porq te pagan (mal en relación exigencia/numero de horas/sueldo) y porq ellos, la elite, te han elegido y si no eres tu hay muchos otros recién licenciados. Aprendí mucho, y empecé a vivir independiente pero tambien me di cuenta q eso, no era vida. Al final, por carambolas del destino, después de casi 10años de ejercicio y trabajo en una empresa, desempleada y embarazada me dije, ¿y porque no ahora? Y ahi estoy inténtandolo por segunda vez después de dos años de estudio , y aunq mi oposición no es registro, notaria o judicatura, (oposito a Subinspeccion laboral) estoy viviendo parte de esos sentimientos q sueles relatar por aqui.
Espero q salga bien, sino, volveré al mundo laboral, pero tambien te digo, q intentaré compatibilizarlo con la oposición. Quiza yo no he tenido suerte con los jefes y trabajos, pero, visto lo visto, en mi caso, ojalá consiga ver mi nombre en el BOE!!
Animo!!
Carmen.-
Gracias por compartir un cachito de ti Carmen.
EliminarEn tu caso, creo que precisamente el saber cual es la otra opción y no ser la que quieres puede darte mucho empuje a la hora de sacar adelante los días de estudio.
Di que sí, inténtalo con todas tus fuerzas que seguro que el BOE tiene un hueco esperándote.
Muy chula la entrada!! Es verdad que se para en cierta medida nuestra evolución digamos "normal"
ResponderEliminarGracias! me alegro de que te guste.
EliminarMe quedo por aqui:)
ResponderEliminarconcdecandela.blogspot.com.es
¡Un abrazo fuerte!
Es un placer que te pases por estos lares!
EliminarEstá claro que todo es según el cristal con que se mira, pero tus reflexiones son las de una opositora que ha vivido la oposición como se presume que debe ser: intensa, aislante del resto del mundo, y única; no hay otra razón más que ella misma.
ResponderEliminarSi las sacas, ya es el colmo. Pero ese colmo sólo se colma para unos cuantos que son los menos.
Si no la sacas, ahí es donde radica el problema. Si no la sacas la actitud debe ser la tuya: mirarse al espejo, enjugarse las lágrimas, echas fuera de ti toda la rabia a la que tendrías derecho, pero que no deja de ser un lastre, abrir la puerta, salir a la realidad que perdiste cinco años atrás, y saber que quieres y que te vas a comer el mundo porque sabes más que nadie y porque sirves cuanto menos como los demás.
Tú reflejas como nadie ese mundo del opositor que no lo consiguió. Pero para mí, tu acierto mayor es la chispa de ironía que le pones a tus entradas,- nunca hay que perder el sentido del humor, - y sobre topo el canto a la esperanza que rezuman en todas ellas.
Gracias por tus opiniones.
Muchas gracias por este comentario!
EliminarPues sí, al final te das cuenta de que no hay mejor terapia que la de reírse de uno mismo.
No tenía planeado que las entradas fueran a ser así, simplemente empezaron a escribirse de esta manera y me alegro por ello, porque al final es parte de mi vida, y ahí pasé muchos pero que muchos días...
Muchas gracias!