jueves, 10 de diciembre de 2015

Mi primera vez frente al tribunal.

Indiscutiblemente una de las experiencias que todo opositor espera con verdadera angustia es la de estar el día de autos frente al tribunal.

Mis primeros meses, recuerdo que hacía un ejercicio de simulación mental, cuando me tocaba cantar delante de mi preparadora, me la imaginaba multiplicada por cinco...y es lo peor que pude hacer.

Tuve una fase, que me debió durar un par de meses en la que en medio del cante de repente se me iba el tema de la cabeza y me quedaba en blanco, creo que coincidió con mis ejercicios de multiplicar a la gente por cinco para crearme tribunales imaginarios, así que no os lo recomiendo. Hay que estar a lo que hay que estar.

Sin embargo, por mucho que creamos que seremos incapaces de formular palabra, que cuando 5 o 6 personas trajeadas nos miren desde ahí arriba para decidir nuestro futuro, el miedo se apoderará de cada amago de sílaba que salga de nuestra garganta, os digo que no es así.

La primera vez que me presenté al examen llevaba poco más de un año estudiando, pero quise ir a ver que era eso de cantar un tema frente al tribunal. 

Tuve la grandísima suerte de coincidir en el hotel con la persona a la que correspondía el nombre que iba justo delante de mí en la famosa lista de los que nos íbamos a examinar. Llevaba meses viendo ese nombre escrito encima del mío, así que cuando en la recepción del hotel la conocí, nos dimos un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida. Ir al matadero el mismo día une mucho.

Os digo que tuve mucha suerte, porque ella llevaba algunos años opositando y se había presentado varias veces, por lo que me supo decir exactamente lo que iba a pasar por mi cabeza en cada momento.

- Cuando estés esperando en el pasillo no pienses en nada. Seguramente querrás salir de ahí, empezarás a medio sentirte mal porque tu cuerpo de alguna manera te dirá que para qué quedarse, que mejor irse a otra parte y no mirar atrás, pero no pienses nada. Limítate a respirar profundamente. Ni se te ocurra empezar a pensar como empezaba este o aquel tema, porque te adelanto que no te saldrá. Lo de no acordarse de nada, nos pasa a todos, pero por alguna razón en cuanto sacas las bolas, te sientas y empiezas a leer los epígrafes, va apareciendo el tema en tu cabeza.

Y efectivamente, así es como sucedió. Es cierto que yo iba solo con la primera bola acumulada, y algunos temas más de las otras dos bolas, porque me quería asegurar de que por lo menos iba a poder cantar un tema, pero me obsesionaba la idea de no ser capaz de emitir sonido frente al tribunal y darme cuenta de que no servía para eso.

Así que mientras hacía pasillo, con mi padre al lado, más nervioso que yo si cabe, empecé a sentir todo lo que me había contado ella, que justo se había examinado el día anterior y había aprobado. Cómo no fiarse de una aprobada.

Mi pasillo fue breve pero intenso. Estuve diez o quince minutos, porque era la primera de ese día. A mi derecha la pierna temblorosa de mi padre, a mi izquierda el temblor hecho persona en un chico que debía llevar bastante tiempo y que sostenía su código civil como si fuera su bien más preciado.

Me limité a respirar hondo. No me acordaba de nada, pero pensé, bueno, es lo que toca ahora...es lo que me ha dicho ella, así que todo sigue según el plan.

Entré, sala enorme, tribunal en frente y sudor en las manos.

Les miré, me sonrieron todos, y eso lo agradecí mucho yo y mi cuerpo serrano que en ese momento era puro amasijo de nervios.

Saqué las bolas, me senté en mi silla. Decidí que me iba a servir un vaso de agua, porque ya que solo iba a estar 18 minutos, por lo menos que estuvieran bien aprovechados.

Empecé a recitar el epígrafe y el tema apareció en mi cabeza. Sí, si te lo sabes ahí está, así que no hay que temer la mente en blanco ni ser causa de salir corriendo. Nunca hay que salir corriendo.

Terminé mi tema, el que había venido a cantar. Me retiré muy dignamente y con una sonrisa de oreja a oreja porque por fin había terminado, y porque me sentía liberada y sabía que sí era capaz de cantar frente al tribunal.

Salí de la sala, como si acabaran de darme la plaza. El chico que esperaba a examinarse me miró atónito, luego miró su reloj y volvió a mirarme. Seguramente debió pensar que no me había enterado de que el examen dura una hora, pero en aquel momento yo era la mujer más feliz del mundo. Porque ya no tenía que hacer pasillo, ni temer quedarme en blanco, y por una temporada, dejaría de soñar con el tribunal.

8 comentarios:

  1. Jamás olvidaré el día ante el tribunal!!

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  2. A mi me queda poco y tengo mucho miedo! De hecHo los nervios me estan afectando al estudio! No soy pie con bola. A alguien le ha pasado esto???

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  3. Ami me queda poco y etoy de los nervios. De hecho los nervios me estan afevtando al estudio y no sé que hacer! No doy pie con bola. A alguien le ha pasado esto?

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  4. Es muy dificil, pero es un paso necesario!!

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  5. Cuanto tiempo sin pasar por aquí.....que tal va todo?, yo con la convocatoria inminente a la vuelta de la esquina. Yo soy afortunada llevo años practicando yoga y funciona vamos que si funciona. Besitos Avelina

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  6. hola, que entrada tan interesante, me has hecho sentir los nervios y la satisfacción de haber hecho lo máximo en tu examen, creo que si pasara mi test, tomaría ejemplo de tu actitud para el oral. gracias

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  7. Sí, pero no. Lo peor de todo: la imaginación; imaginar lo terrible que puede ser, y esa imaginación hay que combatirla por todos los medios si el momento está próximo. Hay que estar convencido de que uno sabe, que no ha podido hacer más, y que la suerte está echada. Después, como tú dices, el día de autos se te borra el tribunal y te percatas de que todo lo que sabes, y el día anterior creías haber olvidado, sale a borbotones, mejor o peor, pero ahí está. El resto, ¡solo Dios lo sabe!
    Por lo tanto, a lo que estáis en capilla haced lo que sea, yoga, el pino, una tila o lo que se os ocurra. Vosotros a lo vuestro, que es estudiar, que lo que tenga que pasar, pasará. ¡Animo a todos! Y a ti, traductora fiel de estas experiencias inimaginables para quienes no lo han vivido, ¡felicidades! El acierto de tus escritos es total.

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  8. Como bien dice el último comentario, hay que estar convencido de todo lo que se ha hecho y confiar en que lo estudiado estudiado está, si en casa salía, el día del examen saldrá.
    A medida que se acerca el examen los nervios aumentan y eso pasa factura porque se va perdiendo fuelle en el estudio, así que lo mejor es no pensarlo.
    Inevitablemente el día ha de llegar, y pensándolo más o menos no avanzamos nada.
    Pensad que todos estamos igual ese día, así que, como bien se sugiere, haced yoga, tilas como medio de vida o lo que sea, pero no dejéis que la obsesión de ese día os haga dudar de todo el esfuerzo hecho hasta el momento.

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