miércoles, 13 de abril de 2016

Día de cante. Día D.

Día de cante, hoy canto, hoy tengo prepa, hoy tengo temas...que sencillo y natural suena cuando llevas un par de años haciéndolo...pero pobre del que esté en esa fase de la oposición en la que el día de cante es el día D. ¿Día D? día de Mierda, día de nervios, día de estar histérica, día de tomarme o no un sumial... día D.

Las veces que voy a entrar en sala porque tengo juicio, cuando tengo que poner cara pocker delante del cliente y decirle: "no te preocupes" mientras el corazón galopa dentro del pecho como queriendo que todos en el pasillo del juzgado le oigan decir: "no la creáis, en realidad está acojonada". Esas veces, no puedo evitar acordarme de mis primeros cantes. Ay esos primeros cantes que suenan a examen continuo, a ridículo asegurado, a temblequeo de piernas y boca seca, a cara colorada, a no saber si mirar al preparador o a alguna mancha de la pared, a querer hacerlo genial, y temer que la respuesta sea: " gracias por venir, esto no es para ti".

Me consuela acordarme de esa chica nerviosa, pasando folios, con tres o cuatro temas bailándole en la cabeza, esperando su turno, mientras oye a sus compañeros cantar, y piensa; si hubiera sido la primera ya lo hubiera pasado, por favor que no me pida ese, ¿cómo empezaba el artículo 1124? Buf, yo después de este ni de coña que el tío ha clavado los artículos. Me consuela recordar que esa misma chica otro día iba con todo el temario en la cabeza y pendiente de su turno por no perder más tiempo del necesario. Y lo que separaba a una de la  otra era una simple cuestión de tiempo.

Ahora, en los temidos pasillos del juzgado, mientras espero con mi toga entre las manos, como si me diera vergüenza ponérmela antes de hora, buscando una cara amiga, la mirada de algún compañero que tenga el mismo tic que yo en el ojo de nerviosismo, y solo me cruzo con gente segura, con caras de llevar haciendo esto vida y media, me repito que sólo es cuestión de tiempo. Ya traeré el temario entero, sin nervios, sin temor a hacer el ridículo.

Lo curioso es que la sensación entre los días de cantes y los días de juicio es la misma, los nervios se convierten en furor nada más terminar. Sales renovado, liberado, porque nunca sale tan mal como te lo habías contado a ti mismo.

Al final, todo en esta vida es cuestión de tiempo, de poner cara de pocker al principio, y no tener que poner cara alguna al final.

5 comentarios:

  1. Yo llevo 5 años opositando, y pobre del que se cruce conmigo antes de un cante jajjaja!!!

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    1. jajajjaja. Eso sí, la tensión de un opositor precante no se puede disimular.

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  2. Totalmente de acuerdo. Ejercí casi seis años antes de lanzarme a la oposición, y recuerdo perfectamente la ilusión, la emoción y el miedo con q me puse la toga la primera vez. Una toga enorme q olía a perfume masculino, era de las q el colegio de abogados pone en los juzgados. Me hizo sentirme taaaan pequeña y un poco perdida q me dio hasta miedo perder la concentración. Luego solté aquel "con la venia de su señoría, mi representado se opone al contenido íntegro de la demanda..." Con voz temblorosa y, al ver la cara del cliente (q al conocerme había dicho "tu eres mi abogada? Pero si seguro q ni has hecho la comunión, dile a tu jefe q venga") pensé, no le des el gusto de llevar razón. Respiré hondo, me remangué la toga y dije, ahora veréis.... y salió bien.
    Ahora los días de preparadora, yo no canto, pero hago exámenes, tb llego con nervios, aunq me lo sepa, aunque ya lleve tropecientas vueltas, así q en el ascensor, mientras llego, delante del espejo, me digo a mi misma, "con la venia de su señoría...." Para q el tembleque se pase antes.

    Ánimo, q esos nervios prejuicio te hagan hacer los mejores de los alegatos!

    Un abrazo!

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    1. Me ha gustado leerte porque es tal cual. Mi primera toga no olía perfume masculino, pero sí a tabacazo, y esa sensación de tener que demostrar más, únicamente por el hecho de ser joven y tener un poquitito de cara de susto...jajajja

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  3. El miedo escénico forma parte de la liturgia necesaria tanto de comparecencia ante el tribunal como ante el preparador, y que no desaparezca nunca. Ese miedo escénico nos mantiene vivos, despiertos y plenamente conscientes de lo que llevamos entre manos.
    Yo estoy harto de ver, no gente que disimula, que esa es otra cuestión, sino de profesionales de vuelta de todo, de los que dominan, según creen, las tablas y habitualmente se caen con todo el equipo para desgracia de sus clientes.
    Un buen profesional es al que le sudan las manos poco antes del evento o siente un cosquilleo por todo el cuerpo. Yo suelo huir de los muy sobrados.
    ¿Y el opositor? Son tantos los factores que influyen en un buen cante, que es imposible preverlos todos. Hay que sufrirlos, intentar sobreponerse a ellos, y asumirlos como el factor sorpresa, junto con el tema, de esa partida.
    ¡Viva el miedo escénico!
    Me encanta leerte. Felicidades.

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