Mis
primeros años de oposición los pasé en un colegio mayor solo de opositores. Con
todo lo que ello conlleva. Si volviera para atrás lo volvería a hacer, porque
no hay nada mejor para empezar una locura de vida, que estar rodeada de otros
locos como tú.
Soy partidaria de empezar a opositar en un
ambiente en el que no te sientas fuera de lugar, con gente que comprenda tu
situación y que lleve tu ritmo de vida, pero lo de solo estar rodeado de lo
mismo tiene lo suyo, sus cosas buenas y sus muchas locuras.
Mis experiencias en el colegio mayor darán
para muchas entradas, porque son muchos los momentos surrealistas, la gente
rara, rarita y rarísima que allí habitan, y los episodios que vale la pena relatar.
Sin embargo, hoy me apetece centrarme en mi primera sensación, las primeras
horas.
Recuerdo el sonido de las ruedas de mi
maleta recorriendo el camino de piedra rodeado de setos hasta la puerta
principal, a mi derecha había una pequeña construcción, EL BUNKER.
Al llegar a recepción, entre otras cosas,
me recordaron que el plazo máximo de estancia en el colegio era de 6 años, - Si
a los seis años no has aprobado, tienes que irte – me dijeron. Creo que se me
puso la piel de gallina, o sentí un cosquilleo, o el corazón se me aceleró,
ahora no recuerdo la forma que tuvo mi cuerpo de decirme: SAL CORRIENDO.
Lo cierto es que llegaba con muchas ganas,
entusiasmada de conocer a gente de mi edad que se hubiera decidido por
emprender este duro camino, con ganas de hacer amigos, con miedo a no hacerlos,
con ganas de dejar la maleta en mi habitación y con nervios por tener que bajar
al comedor y no saber dónde sentarme.
Tuve la suerte de que mi cara desvelaba
todo lo perdida e insegura que estaba, así que dos chicas majísimas decidieron
comer conmigo para ponerme un poco al día.
Al entrar al comedor pude notar y ver,
puesto que nadie disimulaba, como todo el mundo centraba su atención en mí. No
porque les interesara lo más mínimo, sino porque en el colegio mayor, era todo
tan, tan, tan de lo mismo, que cualquier novedad, aunque fuera que hubieran
cambiado la marca de yogures, era un NOTICIÓN.
Me senté con esas dos chicas, pensé en una
introducción leve, un ¿qué tal? ¿Cuánto lleváis aquí? ¿Estáis contentas? Pero
antes de poder decir nada, empezaron a quitarse la palabra de la boca la una a
la otra:
- Ni se te ocurra preguntarle a nadie por su edad,
NI SE TE OCURRA, está prohibido – decía la una.
- Ui no, ni de coña lo preguntes, por muy joven
que te parezca uno, las apariencias engañan y eso sienta muy mal- proseguía la
otra.
- Y lo de preguntar cuántos años llevan
opositando, imagino que no lo ibas a hacer, pero no lo hagas, esa pregunta sí
que no- ¿No? Pensaba yo, ¿esa pregunta no?
- Jajajajjaa- reía la otra- ¿te imaginas?- decía- menuda
manera de entrar.
- Lógicamente tampoco preguntes a nadie cuantas
veces se ha presentado. Vamos, ni de broma…- Decía la una como si estuviera
diciendo lo más descabellado del mundo.
- Nunca lo preguntes- sentenciaba la otra- ESO
NUNCA SE PREGUNTA. Si alguien te lo quiere contar ya lo hará, pero no lo preguntes
nunca.
A medida que mis compañeras de mesa me
iban dando las directrices para sobrevivir en ese lugar, yo me sentía más
confundida, miraba alrededor pensando en cómo hablar con toda esa gente, qué
decir, qué no decir, cómo decirlo…
Como cuando estás de Safari y te dicen que
si se te acerca un animal salvaje no le debes mirar a los ojos, ni dejar que perciba
tu miedo, ni subir muy rápido la ventanilla del coche, ni encender el motor, ni
darle de comer, ni hacer ruidos extremos y piensas…como se me acerque alguno
estoy muerta.
De igual manera yo pensaba, por Dios, que
nadie quiera hablar conmigo, porque seguro que lo que me saldría en este
momento es un “Hola, qué tal soy nueva,
acabo de llegar y de empezar a opositar, llevo solo unas semanas, ¿y tú? No, tú
no, no me contestes. Que chulo es el colegio, me gusta, ¿llevas mucho aquí?, ah
5 años, ¿desde qué empezaste a opositar? Ay no, lo siento. Aún no me he presentado
nunca, que nervios ese día, ¿Tú te has presentado alguna vez? ¿Ya llevas cuatro
convocatorias? ¡No, te juro que esa pregunta no ha salido de mi boca!” y
sería devorada por el animal, por haberle dado de comer mirándole a los ojos, con
la música puesta y el miedo a flor de piel.
Esa misma tarde tuve la suerte de
coincidir con dos de las que serían mi salvación en el colegio. Acababan de
empezar, como yo, así que mutuamente nos pudimos realizar todas las preguntas
prohibidas, así, a lo loco.
La verdad es que los primeros momentos son difíciles!!
ResponderEliminarCierto! Todo cambio tiene sus misterios. Sin embargo, siempre nos hace ilusión volver mentalmente a los primeros momentos, las primeras sensaciones, la primera vez que te vi, el primer cante, mi primer cliente. Tendríamos que disfrutar un poco más de los primeros momentos de cada acontecimiento.
ResponderEliminarMuy buenas, estoy buscando colegio mayor en Madrid para opositar el año que viene, y quería saber en qué colegio estuviste tú y si lo recomendarías.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Manuel, te cuento. Yo estuve en el Cesar Carlos, que está en la zona universitaria, pero en Madrid hay varios colegios mayores donde viven opositores como el Pío, o la Casa do Brasil, y seguro que otros que se me escapan.
EliminarPersonalmente si se va a opositar fuera de casa yo sí que lo recomiendo, por lo menos el primero o los dos primeros años porque para mí son los que más cuestan habituarse a la nueva rutina.
A medida que los años avanzan ya ni te planteas qué día de la semana es o si empieza o no el verano, salvo que lo odias porque hay más ruido por la calle y por el calorón que hace, pero los primeros años en los que llegas con el ritmo de una vida normal, y encima después de la facultad...a mi me vino genial rodearme de personas que estaban igual que yo, con horarios parecidos, mismas inquietudes y miedos.
La otra opción, la de irse a piso, que yo la hice más adelante está bien cuando ya tienes la rutina interiorizada y cuando no te importa pasarte la mayor parte del tiempo solo, o cuando se tiene la costumbre de estudiar en biblioteca y hacer un poco de piña con otros opositores que también lo hagan.
Desde mi experiencia sí te recomiendo la opción del colegio mayor, a parte de la comodidad de que tengas la comida preparada y la ropa limpia, porque luego, nunca sabes en qué momento del día "perder" media hora para hacerlo.
Espero haberte ayudado!
Suerte!!!